Gaceta

Raúl Terrazas

03/11/17

Día de Muertos, poderosa celebración

Con motivo de la celebración del Día de los Muertos, que, dicho sea de paso, es una de las tradiciones más arraigadas en la población mexicana, el INEGI como institución poseedora de excelentes bancos de datos, presentó un análisis en el que expone con claridad de qué mueren los mexicanos, en un escenario donde la esperanza de vida está situada entre los 73 y 75 años para ellos y ellas, en forma respectiva.
A fines de la época de los años 50, la esperanza de vida promediaba los 53 años en nuestro país, cifra que en la actualidad se observa en algunas partes de la sierra de Puebla.
Dice el INEGI que hace 70 años, las personas fallecían a causa de enfermedades transmisibles, como parasitosis e infecciones del aparato digestivo o respiratorio. Las causas de este tipo de padecimientos se controlaron, fueron erradicadas, como resultado de los avances en la medicina, las campañas de vacunación, la existencia de más hospitales y educación para la prevención de contagios.
De 1960 al año dos mil, la cantidad de muertes por enfermedades transmisibles bajó y se registró un fenómeno que los estudiosos de las causas de las enfermedades llaman la transición epidemiológica, porque aumentaron las muertes por cáncer, accidentes y violencia, de modo que, para el 2005 se completó al aparecer infinidad de fallecimientos por enfermedades del corazón, tumores malignos y diabetes mellitus.
Dos años después, los accidentes ya no lo fueron, pero, se reconfirmaron como principales causas de muerte, enfermedades cardiovasculares, tumores malignos y la diabetes.
Según los datos del INEGI, en 2007, hubo 514 mil 420 defunciones, de las que, 284 mil 910 fueron de hombres y 229 mil 336 de mujeres, lo que quiere decir que, por cada cien mujeres, mueren 124 varones, por todas las causas. Un dato interesante, por todo lo que significa la diabetes generada a partir de la epidemia de sobrepeso y obesidad que existe en México, del año dos mil al 2007, las muertes por diabetes aumentaron un cuatro por ciento.
Para el 2016, la esperanza de vida se ubicó en los 75 años y en el 2015 hubo casi 656 mil defunciones por todas las causas y el dato nos señala que por cada cien mujeres que mueren, lo hacen 125 hombres, que bien podría ser el eslabón perdido en cuanto a que, según los censos siempre hay más mujeres que hombres, muy poca la diferencia, pero, a lo mejor tiene que ver con el dato de que mueren más varones.
El ejercicio de la información trabajada por el INEGI en ocasión del dos de noviembre, Día de Muertos, se basa en edad y sexo, de menos de un año, las principales causas son daños respiratorios y cardiovasculares, malformaciones congénitas del sistema circulatorio e infecciones.
De uno a cuatro años, causas externas de traumatismos accidentales, por transporte y enfermedades intestinales. De cinco a 14 años, las razones de la mortalidad son similares, sólo se agrega tumores malignos.
De los 15 a los 29 años, se mantienen los accidentes de transporte, agresiones, tumores y causas externas de traumatismos o golpes accidentales.
El asunto cambió de los 30 a los 59 años, porque aparecen las enfermedades crónico degenerativas, que, llegan como consecuencia de estilos de vida equivocados y la resistencia a cambiarlos, aparecen las enfermedades hepáticas, se mantienen los tumores malignos y contribuyen factores como el alcoholismo, tabaquismo y la mala alimentación.
En el caso de los adultos mayores, la mayor cantidad de fallecimientos son enfermedades del corazón, diabetes y tumores malignos.
Tamaulipas con una población de 3. millones de habitantes de acuerdo al dato intercensal del 2015, tiene una esperanza de vida por encima de la media nacional, es decir, por arriba de los 75 años en promedio para hombres y mujeres y una mortalidad de casi 19 mil personas por año, cuyas causas principales son, enfermedades del corazón, diabetes mellitus y tumores malignos, esto último se refiere a los diferentes tipos de cáncer.
De la mortalidad en cifras, es necesario pasar a la que es representada como una fiesta en la que se acostumbra a visitar los panteones, limpiar las tumbas, llevar flores y, como se acude en familia, por lo regular se hace oración y se comenta sobre los recuerdos que todos guardan de las personas que formaron parte de su vida.
Es una celebración que comienza desde temprana hora y que paraliza muchas actividades, entre ellas las bancarias y la de la Bolsa Mexicana de Valores, que cierran para la celebración del Día de los Muertos, también infinidad de dependencias y empresas trabajan solo por la mañana, para dar oportunidad a su personal a que acuda a los panteones y cumpla con la tradición de esta fecha.
Por demás está decir que había caído la noche de este dos de noviembre y la romería en los panteones no cesaba, porque las personas acudieron a diferentes horas para estar un rato ante las tumbas de sus seres queridos.
La PROFECO y la instancia regulatoria de la Secretaría de Salud, trabajaron con días de anticipación para cuidar, unos que quienes hacen negocio con la fecha, no abusen de los consumidores y coloquen precios que afectan la economía de los habitantes y los otros, ven la parte de saneamiento básico, arreglo de los panteones, para que no haya riesgo a la salud de quienes fueron a esos lugares.
La Dirección de Tránsito del Municipio, comisionó personal con patrullas para que estuviesen pendientes de la circulación en las inmediaciones de los tres panteones de esta capital y aunque hubo comentarios en el sentido de que los agentes ya no quieren hacerla de reguladores de la circulación, porque prefieren estar en el interior de las patrullas con el aire acondicionado puesto, a regañadientes, pero, cumplieron con su chamba.
El tipo de celebración por el Día de los Muertos que vimos el jueves aquí, es una réplica de lo que sucedió en el resto de las ciudades y poblaciones de Tamaulipas, pero, también en todo el país, al tratarse de una poderosa celebración que mueve muchos sentimientos, conciencias y propicia el comercio de productos alusivos al acontecimiento.
Siempre recordaremos con el mayor de los cariños y amor, a la señora María del Pilar Calanda de la Lastra, que dejó una huella imborrable, en la familia Terrazas Calanda, que fue su familia.