GACETA

Raúl Terrazas Barraza

23/04/2017

Tierra sana

Se supone que, entre el planeta y el ambiente hay una gran fuerza de asociación, irrompible en el mejor de los escenarios, sin embargo, con el paso de los siglos aquellos factores que debilitan la relación crecen. En especial aquellos donde está puesta la mano del hombre.
Pensar en que fue primero, si el planeta o el ambiente, sería como caer en el asunto del huevo o la gallina. Obvio, la lógica simple diría que, para la existencia del ambiente debió de primero ser el planeta, aunque también del ambiente dependió su formación, con la salvedad de que en un buen equilibrio hacen posible las diferentes formas de vida, algunas de las cuales tienen un factor letal, porque generan destrucción.
Ejemplo de esto último son los humanos, cuyas vidas se sirven del planeta y del ambiente, sin tomar en cuenta los daños que generan y, a partir de ellos, riesgos de toda índole para la misma raza humana. No en balde se afirma que más del 25 por ciento de las enfermedades que hay en planeta están relacionadas con el ambiente, pero, un ambiente en desequilibrio.
En el Foro sobre Cambio Climático realizado la semana pasada en el Congreso del Estado, se tocaron temas en los que el común denominador era la conciencia de los ciudadanos y de su contribución con acciones que puedan mitigar los efectos del cambio climático.
Sin embargo, creemos que las actividades tienen que ir más allá, vamos, se considera imprescindible generar fuentes gráficas, escritas o habladas para que la población conozca el hecho de que, todo aquello que haga, repercute para bien o para mal en el planeta.
Los estudiosos del comportamiento humano se inclinan hacia una vertiente clara, no dejar sin el conocimiento vital a todos los que están en la tierra, para que las acciones sean mayúsculas, porque, demostrado está que unas cuántas personas instruidas sobre los temas ambientalistas, no son suficientes para hacer todo.
Esto es muy sencillo, si queremos que el futuro del planeta y del ambiente sea mejor, cada uno de los habitantes tiene que aportar algo para mantener el equilibrio ecológico del que todo mundo habla, para que la vida de las personas transcurra bien en una tierra sana.
Nos queda claro que la educación ambiental no es suficiente para contrarrestar la influencia que tiene el ser humano en el planeta, al ser el único ser humano que ha cambiado la faz de la tierra tanto como ninguna especie lo ha hecho y lo peor, que es para mal.
En el Día Internacional de la Madre Tierra, hubiese sido de gran valor que el análisis respecto al ambiente, el cambio climático y las enfermedades que aquejan a las personas por causa del entorno, involucrara a todos, como lo sugiere la ONU con el lema de este 22 de abril, “Alfabetización medioambiental y climático”, que en pocas palabras quiere decir que nos pongamos las pilas y salgamos del analfabetismo sobre esta materia, porque solo así aprenderemos a contribuir para mantener sana la tierra.
Las políticas públicas a favor de la tierra, deben de salir de la propia población, es más, de las familias, porque es allí donde se sufren los efectos de los daños ocasionados al ambiente, entre ellas las enfermedades derivadas del saneamiento básico o aquellas que aparecen por los efectos del desequilibrio ambiental.
Un artículo publicado en la Revista Digital sobre Cultura Ecológica, denominada Conciencia Eco, hacen ver que la degradación del medio ambiente por la actividad humana ha traspasado la barrera, los ciclos naturales ya no se pueden realizar y no hay capacidad de regeneración, en un escenario donde el bienestar común debería ser la prioridad de la sociedad, pero, se ha centrado en beneficio de unos cuántos ególatras.
Luego consideran que en el planeta se enfrentan condiciones difíciles de erradicar, parar o desaparecer, como la deforestación, la contaminación, el deshielo, la desertización, la acidez de los océanos, la degradación de los hábitats, la sobreexplotación de los recursos naturales y el manejo inadecuado de todos los residuos generados por la actividad del hombre, comenzando con las excretas humanas, que, sin tratamiento alguno van a parar a los cuerpos de agua.
El subsecretario de Medio Ambiente del Gobierno del Estado, Sergio González, fue enfático al considerar que en más de 22 municipios de la entidad no hay tratamiento adecuado de las aguas residuales y eso propicia que las descargas fecales vayan a parar a los ríos, lo que dio margen a una propuesta, concreta, buscar recursos desde las presidencias municipales y con el respaldo del Estado, para que las aguas residuales sean tratadas, ya sea mediante la modernización de plantas y lagunas de oxidación o la construcción de otras.
El asunto es que tratar el agua residual podría ser hasta más caro que abastecer de agua potable a las poblaciones, pero, si se piensa en el planeta y el ambiente, las dos cosas deben de llevarse a cabo y, al cien por ciento, dado que, miles de usuarios de los organismos operadores los sistemas de agua y drenaje, saben que pagan por los dos asuntos, ya que, una es la tarifa por los metros consumidor y otra la cantidad que se paga por el servicio de drenaje.
Lo malo es que, lo recaudado por este último concepto se va en atender el abasto y suministro de agua para uso y consumo humano, al fin y al cabo, tratar los residuos se le deja al ambiente, porque no cuesta nada, sin tomar en cuenta que el daño queda hecho y después las consecuencias las pagan otras personas.
Y a esto es hacia donde va el llamado por el Día Internacional de la Madre Tierra, la “alfabetización medioambiental y climática, porque no se da la importancia que tiene a mantener sana superficie del planeta y queda relegado».
Es preciso señalar que en los últimos tiempos la palabra sostenibilidad forma parte de muchos discursos con los que se pretende ganar hasta votos, de manera que todos debemos de entenderla y tenerla presente, porque de habernos fijado que los propios sistemas de la naturaleza se controlaban por sí mismo y haber adoptado ese criterio, ahora no tendríamos que pensar en resarcir daño y andar con cuentas mochas frente al planeta en el que vivimos y hablando de pasivos ambientales que jamás se pagarán, como es el caso de la condición de la calidad del aire de la Ciudad de México, la existencia de tiraderos de basura clandestinos, lagunas de oxidación sin mantenimiento y saneamiento básico inadecuado en cualquier comunidad o vivienda.
Dice el artículo de Conciencia Eco que la tierra se ha ido envenenando con nuestra actitud y hemos intoxicado cada rincón del planeta con nuestras actuaciones, aunque dan cuenta de que así hay lugares sanos en la tierra, pero, se cuentan con los dedos de las manos.