El odio que Trump desenterró

“El racismo, el sexismo o la misoginia tienen una historia larga y profunda en Estados Unidos”, dice Kathleen Staudt, académica de la Universidad de Texas en El Paso. “La desagradable retórica de la campaña parece haber ‘normalizado’ el hablarle a la gente con odio y falta de respeto. Esto no debería ser considerado una conducta normal, decente”.

24/11/2016 – EL PASO, TX.- El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales del pasado martes 8 desenterró el más burdo racismo y el odio hacia los inmigrantes.

Pocas horas después de darse a conocer los resultados de la elección presidencial, las redes sociales se inundaron con mensajes de todo el país denunciando el acoso y los comentarios racistas y xenófobos hacia hispanos, negros, musulmanes, gays, mujeres e inmigrantes indocumentados.

En la preparatoria Franklin, en esta ciudad, la maestra Thalia Longoria atendió en un solo día a cuatro estudiantes –tres afroamericanos y un latino– agobiados por el temor ante lo que representa el triunfo de Trump. Ese mismo día, en la cafetería escolar un estudiante le gritó a una alumna de origen mexicano que se fuera, que regresara a México.

“Este señor (Trump) nos convirtió a todas esas personas en eso”, dice Longoria. “(Ahora) me di cuenta de que Estados Unidos es más racista y sexista de lo que pensaba. Yo sabía que había un odio, pero ahora es más claro y tenemos muchas evidencias”.

Los testimonios se multiplicaron

En la Universidad Metodista del Sur, en Dallas, circularon volantes titulados “Por qué las mujeres blancas no deben salir con hombres negros”. Entre otras cosas, el texto advertía que un hombre “es más probable que abuse de la mujer”, “que tenga enfermedades venéreas” y que sus hijos “no sean inteligentes”.

En la Universidad de Nuevo México en Albuquerque las autoridades dijeron que recibieron e investigan varios reportes de incidentes de odio contra estudiantes. Uno de ellos contra una estudiante musulmana a quien otro alumno –quien vestía una camiseta con la imagen de Trump– trató de arrancarle el velo que cubría su cabeza. “Me voy a sentar antes de que me avientes una granada”, le dijo después de la agresión.

En Silver Spring, Maryland, la prensa reportó que una iglesia fue vandalizada con pintas. En las afueras del templo, cuya feligresía es mayoritariamente inmigrante, apareció la leyenda: “Trump Nation. Whites Only” (“Nación de Trump. Sólo blancos”).

En Michigan, en la preparatoria DeWitt, un grupo de estudiantes entrelazaron sus brazos para crear una muralla simbólica, al tiempo que coreaban frases en referencia al muro. Algo similar sucedió en la escuela Royal Oak, donde estudiantes de secundaria coreaban “Build a wall, build a wall” (“construyan un muro”) frente a estudiantes de minorías. El incidente propició que el director estatal del Departamento de Derechos Civiles urgiera a las personas a reportar cualquier tipo de acoso.

En Copell, Texas, las autoridades del distrito escolar se reunieron con representantes de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) después de que un menor reportó que en su página de Facebook aparecieron mensajes de sus compañeros diciendo que lo iban a deportar y apoyando la construcción del muro.

“Eso es racismo”, dice Héctor Flores, dirigente de la LULAC en Dallas. “Después de la elección parece que esto agarró como una bacteria y está consumiendo al país”.

El Southern Poverty Law Center (SPLC), organización dedicada a monitorear la actividad de los grupos de odio en Estados Unidos, reporta que desde la elección se han identificado y verificado alrededor de 437 hechos de intimidación y odio.

La mayoría de los reportes fueron por incidentes contra inmigrantes (136), negros (89) y miembros de la comunidad LGBT (43). De acuerdo con el conteo del SPLC, la mayoría de los incidentes (99) sucedieron en escuelas públicas, 76 en negocios y 67 en universidades.

“El racismo, el sexismo o la misoginia tienen una historia larga y profunda en Estados Unidos”, dice Kathleen Staudt, académica de la Universidad de Texas en El Paso. “La desagradable retórica de la campaña parece haber ‘normalizado’ el hablarle a la gente con odio y falta de respeto. Esto no debería ser considerado una conducta normal, decente”.

La politóloga atribuye el resurgimiento de esos comentarios a varias razones, entre ellas la pérdida de empleos y la reducción de salarios que trajo la globalización en la industria manufacturera, así como a la competencia laboral que ha significado para los blancos la participación de las minorías en el mercado de trabajo.

“Muchos de esos hombres culpan de ello a los inmigrantes, a las mujeres y a miembros de minorías raciales, en lugar de atribuirlo a la economía global, a las políticas económicas o incluso a sus propias habilidades”, dice Staudt.

Protestas en todo el país

Mientras los mensajes de odio se multiplican, las protestas por el triunfo de Trump se intensifican.

En Los Ángeles, una marcha convocada por Unión del Barrio, el sábado 12, logró aglutinar a varios miles de personas en rechazo a la presidencia de Trump. “Hoy estamos todos unidos contra Trump. Sólo mediante la organización de nuestra lucha podremos ser capaces de defendernos de los ataques”, afirmó uno de los organizadores.

En San Francisco, Chicago, Seattle, Oakland, Oklahoma, Nueva York, Filadelfia y una decena de ciudades más también hubo protestas. En algunos lugares, como Portland, las manifestaciones se tornaron violentas y hubo decenas de detenidos.

Las protestas son un reflejo de la inconformidad que generó el triunfo de Trump en amplios sectores de la población. Una encuesta de The Huffington Post reveló que la mayoría de los estadunidenses no se sienten felices con la victoria del republicano: “El 43% dijo estar conforme con la victoria de Trump: De ellos, 26% dijo sentirse entusiasmado, y 17%, satisfecho; 52% está inconforme: 15% se siente frustrado, mientras que 37% aseguró sentirse molesto”.

Trump tomará posesión el 20 de enero de 2017. Mientras trabaja en la formación de su gabinete, algunos de sus comentarios poselectorales han dejado ver un cambio en la radicalidad de sus dichos de campaña. En una entrevista con 60 Minutes, aseguró que no había escuchado reportes de acoso o amenazas de sus seguidores contra minorías étnicas y prometió nuevamente que unificará al país.

Pero detener el odio no será fácil.

“Será muy difícil para los representantes políticos y para la ciudadanía lograr acuerdos importantes en temas como trabajo, salarios, comercio, clima, igualdad, salud e inmigración”, dice Staudt. “Una vez abierta la caja de Pandora del odio, tomará mucho tiempo interactuar con confianza, civilidad y respeto”.

La académica agrega que el riesgo de un clima político polarizado es que muchos problemas seguirán sin atenderse y sin solución. “La mitad del electorado que votó estará enojado y desconfiado hacia los procesos políticos”, dice.

Staudt destaca que las protestas en todo el país evidencian el enojo y el temor hacia el futuro. Considera que las movilizaciones construyen solidaridad. Sin embargo, dice que éstas no incidirán en cambios inmediatos en las ramas ejecutiva y legislativa del gobierno, al menos en los próximos dos años, cuando habrá elecciones para renovar la Cámara de Representantes.

“Si el presidente electo no puede hacer milagros, los votantes podrán volcarse al partido opositor en las elecciones del Congreso en 2018”, añade la politóloga.

Y en ello se enfocarán las organizaciones que trabajan para los latinos e inmigrantes en Estados Unidos.

“Vamos a trabajar muy duro para seguir registrando latinos para votar”, dice Héctor Flores, de la LULAC. “Los republicanos están peleándose también entre ellos y la idea será recuperar espacios para el Partido Demócrata en el Poder Legislativo”.

La LULAC está también creando frentes con otras organizaciones, como el Mexican American Legal Defense and Education Fund, que defiende a latinos e inmigrantes, para garantizar que los derechos de esas minorías no sean violentados.

Otras organizaciones, como la National Hispanic Leadership Agenda (NHLA) –que agrupa a unas 40 coaliciones hispanas en el país–, están movilizando recursos para enfrentar los casos de acoso y discriminación e informar a los latinos e inmigrantes sobre sus derechos civiles.

“Nos preocupan mucho los casos de odio contra los latinos e inmigrantes”, dice Héctor Sánchez, presidente de la NHLA, quien cree que podría haber un subregistro de casos de odio y discriminación porque la manera en que el gobierno anota y da seguimiento a los mismos es ineficiente.

“Hay alrededor de 3 mil condados en el país que no le reportan crímenes de odio directamente al FBI y eso es un serio problema estructural”, afirma Sánchez. “Vamos a presionar al presidente Obama para que se den cambios inmediatos en la forma de reportar esos crímenes y en la forma de proteger a las comunidades.”

Agencias