EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ

Ramón Durón Ruiz

6/12/2015

¿Por qué estás tan seguro abuelo?

“Los salmones al migrar anualmente, saben a donde ir gracias a los campos magnéticos de la tierra. Los perros han demostrado, ser también sensibles a las variaciones de estos, de allí que prefieren orinar y defecar, con su cuerpo siempre orientando al eje norte-sur”.
Esto fue el resultado que un grupo de investigadores de la Universidad de Ciencias de la Vida de Praga, República Checa, y de la University Duisburg-Essen en Alemania, obtuvieron, luego de observar y registrar – brújula en mano- la dirección en el que un grupo de perros hacía sus necesidades.
Para el experimento, utilizaron setenta perros de treinta y siete razas y se dedicaron a monitorear hacia qué dirección hacían sus necesidades (1,893 defecaciones y 5,582 micciones [orinas]”.
En mis conferencias y talleres, cuando la gente me pregunta cual es el norte del ser humano, la respuesta es muy sencilla, es ser FELIZ. “No hay camino hacia la felicidad, la felicidad hace al camino”.
La felicidad es un círculo virtuoso con raíces profundas, donde giran la armonía, el equilibrio, la paz interior, la gratitud, el amor, el dar, el servir, el perdonar, que hacen que tu vida sea dulce y que te enamores de ella.
La felicidad se logra cuando tu ser, pensar y vivir están en una misma dirección que te lleva a disfrutar lo que eres, lo que tienes y lo que haces, es decir gozar las pequeñas alegrías y disfrutar el presente, teniendo la virtud de agradecer el milagro de estar vivo.
Recuerda que eres el arquitecto de tu propio destino así es que solo tú puedes construir tu felicidad, con tus actitudes y pensamientos, con tus emociones, con la autoaceptación, en ti están las semillas para ser feliz, porque tienes todo el poder y la capacidad para ser cocreador de tu destino y disfrutar tus éxitos como los tropiezos, porque todos traen enseñanzas.
La felicidad se mama en casa, nace en el hogar, cuando la encuentras te amas a ti mismo, y gozas de la rica textura de la vida, encontrando la felicidad en tu tarea, en tu trabajo, en tu descanso, por una sencilla razón, estás a gusto contigo mismo.
El ser que es feliz tiene la piel rozagante, los ojos vivos, la postura correcta, deja de preocuparse por las pequeñeces porque sabe que “el águila no caza moscas”, entiende que cuando se es feliz, se rejuvenece el cuerpo y el alma, surge un ser nuevo, diferente que siempre encuentra una tarea que hacer, alguien a quien amar y un sueño que perseguir.
La felicidad no depende del lugar en el que estás, ni del dinero que tienes, ni de los lujos o la pobreza en la que vivas. El factor que determina tu felicidad está dentro de ti, en la forma en la que piensas y la manera en la que reaccionas ante cada situación, donde sólo tú tomas la decisión de estar en paz y tranquilidad.
Cada persona es feliz cuando así lo elige. No permitas que ninguna circunstancia arruine tu felicidad. No te autoengañes pensando que tu vida será mejor el día que traigas un carro del año, consigas la pareja ideal, el trabajo perfecto o bajar de peso. “No te pongas condiciones para ser feliz. No te lamentes por los errores del pasado o te preocupes por las incertidumbres del futuro”.
Cuando trabajas en tu felicidad a través del amor, te liberas de resentimientos y rencores, llega a ti la paz interior y descubres lo maravilloso que es conectarte armónicamente con el universo, sabiendo que la felicidad y el amor son la mejor razón de tu vida.
En verdad que se requiere mucha humildad y paciencia para entender el milagro de la felicidad y saber que es un poder que todo lo transforma. “Tú eres tan profundamente feliz como tu voluntad desee serlo”, porque: “tal como es tu deseo, es tu voluntad, tal como es tu voluntad, son tus actos y tal como son tus actos, es tu destino” y tu destino es uno solo: ser feliz… que lo demás llega por añadidura.
A propósito de felicidad, la nieta del Filósofo, se encuentra feliz de la vida, porque tiene dos propuestas de matrimonio, entonces le pregunta al campesino de allá mesmo:
– ¡Abuelo!, tú que me aconsejas, ¿me caso con el maestro o con el militar?
– Cásate, con el militar hija, ¡no lo dudes! -dice el viejo campesino.
– Y ¿por qué estás tan seguro abuelo?
– Porque, el militar, madruga, hace la cama, prepara el desayuno… y ¡RECIBE ÓRDENES!