El fallido alzamiento militar dejó “tocado” a Maduro

La tentativa insurreccional del 30 de abril último, en vísperas del Día del Trabajo, no logró un pronunciamiento de las fuerzas militares en favor de Guaidó y contra Maduro. Mucho menos causó un quiebre en la FANB. Tampoco produjo la movilización multitudinaria popular que esperaba la oposición en todo el país y que hubiera puesto al gobierno ante la disyuntiva de capitular o de reprimir indiscriminadamente, sin importar que esa repuesta desatara un alto número de muertos.

BOGOTÁ.– El jueves 2 en el Fuerte Tiuna de Caracas, cuando el presidente venezolano, Nicolás Maduro, encabezaba un acto castrense bautizado como la Marcha por la Lealtad Militar, se transformó en una petición lo que debió ser un discurso de agradecimiento a las tropas por mantenerse al margen de la insurrección armada convocada dos días antes por el autoproclamado “presidente encargado”, Juan Guaidó.
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), dijo Maduro ante 4 mil 500 militares, “tiene que mostrarse unida ante el pueblo, cohesionada, cada vez más unida, cada vez más cohesionada, cada vez más disciplinada, subordinada al mando institucional, cada vez más obediente a los principios y valores…”.
Maduro lo dejó en claro al enfatizar que “ha llegado la hora” de demostrar que en Venezuela hay una Fuerza Armada “leal, cohesionada (y) unida como nunca antes”.
Militares venezolanos asilados en Colombia afirman que por orden de la guardia personal de Maduro carecía de munición el armamento de las tropas formadas ante él en la enorme explanada del Fuerte Tiuna.
“Tiene mucho miedo porque sabe que el descontento en las filas militares es profundo y que el peligro de un atentado en una ceremonia de ese tipo es muy alto”, dice a Proceso un exmilitar venezolano consultado en Bogotá.
Para Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, fue extraño que Maduro acabara pidiendo lealtad a los militares en un acto en el que, se suponía, sólo era para que ellos le refrendaran su fidelidad.
“Esto quiere decir que en el gobierno hay desconfianza en la lealtad del sector militar y que pueden tener información de que hay ciertos sectores (de la FANB) que se debaten entre seguir o no seguir con el gobierno”, agrega Alarcón.
La tentativa insurreccional del 30 de abril último, en vísperas del Día del Trabajo, no logró un pronunciamiento de las fuerzas militares en favor de Guaidó y contra Maduro. Mucho menos causó un quiebre en la FANB.
Tampoco produjo la movilización multitudinaria popular que esperaba la oposición en todo el país y que hubiera puesto al gobierno ante la disyuntiva de capitular o de reprimir indiscriminadamente, sin importar que esa repuesta desatara un alto número de muertos.
No es que el gobierno de Maduro no haya reprimido las protestas de los últimos días en respaldo a Guaidó y a su llamado a la rebelión “cívico-militar”. Hasta el viernes 3 ya se habían reportado cuatro muertos por disparos de la Guardia Nacional, 239 heridos y 205 detenidos.

Tiros y videos
Es un hecho que el fallido alzamiento militar del 30 de abril involucró a un número reducido de personal de tropa y oficiales, apenas “un puñado de capitanes y tenientes”, según Maduro.
Dirigentes chavistas cifraron en 120 el número de efectivos que se alzaron, 90 de ellos guardias nacionales y 30 comandos del ejército y la armada adscritos al poderoso Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
Contra lo que esperaba la oposición, el alto mando de la FANB, con el general en jefe Vladimir Padrino López al frente, salió en bloque por televisión a condenar el “movimiento golpista” y rendir un parte de normalidad en todas las guarniciones militares del país, aunque en La Carlota se escucharon ráfagas de metralleta y cientos de balazos.
El pequeño movimiento de rebelión no logró su propósito: la salida de Maduro del poder y la instalación de Guaidó en el Palacio de Miraflores, pero el gobierno no salió ileso de la “escaramuza golpista”, como el propio mandatario calificó a la intentona.
Con el transcurso de los días se ha hecho evidente que la “escaramuza” fue producto de gestiones conspirativas al más alto nivel que ninguno de los “halcones” de la Casa Blanca se ha molestado en negar, sino lo contrario: todos, desde el asesor de seguridad nacional, John Bolton, hasta el delegado especial para Venezuela, Elliot Abrams, las han proclamado a los cuatro vientos.
Según Bolton, la salida de Maduro ya estaba negociada con el jefe de la FANB, Padrino, con el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, y con el comandante de la Guardia de Honor Presidencial, el general Iván Hernández Dala. Los tres quedaron señalados.
Asesores de Guaidó afirman que el plan insurreccional estaba previsto para el miércoles 1, en la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, pero que se debió adelantar un día porque los servicios cubanos de seguridad advirtieron a Maduro del plan.
Según esa versión, Maduro planeó, entonces, arrestar a Guaidó y transferir a una cárcel militar al dirigente opositor Leopoldo López, quien se encontraba en prisión domiciliaria por una condena de 13 años de reclusión que le fue impuesta en 2015.
Las intenciones de Maduro fueron comunicadas a la oposición y a los gestores de la rebelión militar presuntamente por el director del Sebin, el general Cristopher Figuera, un militar de alta connotación en los círculos de poder en Venezuela porque fue edecán de Hugo Chávez durante 12 años y fue entrenado en Cuba en temas de seguridad.

Horas de ausencia
En medio de una versión del secretario de Estado estadunidense, Mike Pompeo, de que Maduro estaba listo el 30 de abril para huir a Cuba, pero que Rusia lo persuadió de quedarse en Venezuela, el gobernante chavista permaneció varias horas sin aparecer en público ni pronunciarse sobre lo que estaba pasando.
A las 07:00 horas de ese día, dos horas y media después del llamado de Guaidó a la insurrección, Maduro tuiteó que los comandantes militares de todo Venezuela le habían manifestado su lealtad, pero después de ese mensaje no se volvió a saber de él sino hasta pasadas las 21:00 horas, cuando apareció en el Palacio de Miraflores en cadena nacional.
Otro golpe para Maduro fue la “liberación” de López –uno de los dirigentes más populares de la oposición– de la prisión domiciliaria que cumplía. El líder de Voluntad Popular, el partido de Guaidó, pudo salir de su departamento en Caracas cuando los agentes del Sebin que lo custodiaban simplemente le permitieron el paso.
Para el también analista Benigno Alarcón, pese a la fallida convocatoria opositora a la rebelión militar, aún está sobre la mesa la opción de orillar a las fuerzas armadas a actuar “con neutralidad institucional” y no en favor de Maduro.
Alarcón descarta que los sucesos del 30 de abril representen una derrota para la oposición porque un día después hubo marchas multitudinarias en todo el país en respaldo a Guaidó y contra Maduro, pese al notorio aumento de la represión. “Pareciera que la mayoría de los venezolanos está dispuesta a continuar luchando y a no darse por vencida”, asegura el abogado y experto en seguridad y defensa.