Destituir a Trump, decisión más política que jurídica

Los demócratas estadounidenses amenazan con perseguir la destitución del presidente Donald Trump por «obstrucción a la justicia», pero dudan en lanzar este procedimiento, de naturaleza mucho más política que jurídica.

¿En qué consiste el procedimiento?

La Constitución prevé que el Congreso puede destituir al presidente (o al vice, a los jueces federales…) en caso de «traición, corrupción u otros crímenes y delitos importantes.

El procedimiento se desarrolla en dos etapas.

Primero, la Cámara de Representantes vota, por mayoría simple, artículos de acusación que detallan los hechos reprochados al presidente. A eso se lo denomina por la palabra en inglés «impeachment».

En caso de que el presidente sea formalmente acusado, la cámara alta del Congreso -el Senado- inicia el proceso.

Al término de los debates, los 100 senadores se pronuncian sobre cada artículo. Se requiere una mayoría de dos tercios para condenar al presidente. Si se reúne esa mayoría, la destitución es automática e irreversible. Si no se llega a los votos necesarios, el presidente es declarado inocente.

¿Cuáles son los antecedentes?

Nunca en la historia del país un presidente fue destituido.

Dos fueron acusados, pero finalmente declarados inocentes: los demócratas Andrew Johnson, en 1868, y Bill Clinton, denunciado por «perjurio» en 1998, en el marco de su relación con la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky.

El republicano Richard Nixon, en 1974, prefirió renunciar para evitar su segura destitución por el Congreso a raíz del escándalo del Watergate.

¿Cuál es el papel de la Justicia?

Inexistente.

Las decisiones de destitución no son controladas por el poder judicial sino únicamente por el Congreso.

La justicia ordinaria carece también de medios para inculpar a un presidente en ejercicio. Ello «perjudicaría» el funcionamiento de la Casa Blanca, estimó el Departamento de Justicia en 1973 y 2000 en memorandos que crearon jurisprudencia.

El fiscal especial Robert Mueller, encargado de investigar sobre las sospechas de colusión entre Moscú y la campaña del magnate republicano durante las presidenciales de 2016, menciona esta inmunidad en su informe final, difundido públicamente a mediados de abril.

Al detallar una serie de presiones ejercidas por Donald Trump sobre sus investigadores, Mueller subraya que no está en posición de recomendar una inculpación del presidente por «obstrucción a la justicia».

Recuerda, no obstante, que el Congreso dispone de medios para procesar al presidente.

¿Por qué dudan los demócratas?

Numerosos legisladores demócratas reclaman desde abril el inicio de un procedimiento de destitución contra Donald Trump sobre la base del informe Mueller. Pero hasta ahora los líderes del partido mantienen una actitud de prudencia.

Saben que el procedimiento es largo y puede llegar a monopolizar el debate, en perjuicio de temas de fondo de la campaña presidencial de 2020.

Destinado al fracaso en función de la mayoría republicana en el Senado, el procedimiento aparece sobre todo como un acto de afirmación partidaria que podría ser visto negativamente por muchos electores.

Durante las elecciones generales de 2000, los republicanos fueron penalizados por la virulencia de su intento de destituir a Bill Clinton.

Partidaria de la moderación sobre el posible juicio político a Trump, la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, sorprendió este miércoles cuando por primera vez hizo una amenaza más concreta.

Agencias