Desafío

*Extraña Simbiosis
*Los Simpatizantes

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Expreso una teoría audaz fundamentada en los hechos atestiguados y en las tendencias gubernamentales. En cierta medida no habría otra explicación a las inversiones del exterior en un país visto como uno de los más violentos del mundo y, por ende, inestable y en vías del colapso del “estado fallido” en el que el gobierno pierde toda autoridad moral y el monopolio de la violencia –así se describe-, por efecto de la intervención de subversivos, desde guerrilleros hasta instituciones armadas ajenas –digamos los marines infiltrados-, o la paulatina entrega del poder a los mandos militares quienes, en México cuando menos, no quieren este papel acaso porque algunos tienen más dignidad que el gobierno civil a pesar de sus atropellos.
Con la iniciativa del panista Roberto Gil Stuart, el mejor alumno de calderón, sobre la Seguridad Interior del país, todo quedó despejado: la clase política dominante, hija de la partidocracia y el presidencialismo –lo cual quedó demostrado con el lanzamiento ritual, más bien hipócrita, de José Antonio Meade Kuribreña, como precandidato ÚNICO del PRI-, quiere tirar la pelota al ejército porque es evidente su incapacidad para proseguir en medio de trescientos diez mil cadáveres –desde 2008-, siembra estéril de los dos sexenios últimos, el calderonismo panista y el peñismo priista, tan malo el pinto como el colorado… aunque lo del presente parece que no tendrá techo pese a las calenturientas versiones del farsante Alfonso Durazo Montaño, secretario de Seguridad Pública.
Pues bien, es inexplicable que los inversionistas del exterior se interesen en tomar el riesgo de expandirse en un país considerado violento y en ruta hacia el caos a causa del rencor profundo y la repulsión de los mexicanos ya no sólo hacia el PRI y el PAN sino al sistema mismo. MORENA ha resultado decepcionante.
¿Acabar con éste, el establishment? Parece imposible con la oferta política actual –ya Andrés debiera considerar la posibilidad de irse a “La Chingada”, su inmensa heredad en Palenque-, modificar la maquinaria que hace y deshace en un México todavía temeroso de dar el paso definitivo para detener y anular a las lacras que nos gobiernan; ni siquiera hemos sido capaces de aplicar sanciones sociales y hay ex presidentes que se pasean como toreros triunfadores por el ruedo de la República.
El mal es compartido, por desgracia. Pero, ¿qué es lo que mueve a los foráneos a tomar los riesgos impensables de proyectarse hacia un país cuya incertidumbre de futuro es evidente? Sólo es explicable mediante una fusión de los capitales con la narcopolítica, dominante en un tercio de la República mientras en los dos restantes guerrea incesante con los poderes establecidos.
¿O acaso creemos que para llegar a la Presidencia puede prescindirse del aval de los grandes “capos”? Ni siquiera los presuntos alcaldes y gobernadores se atreven a ello a sabiendas que, de la otra manera, con alianzas turbias, pueden ejercer el mando y obtener ganancias impensables. Así, lo mismo, con cuantos creen que pueden seguir especulando con la miseria de la mayoría y la ignorancia de quienes se dejan prender con el hilo de la demagogia en grado superlativo.
Piensen, que no hace daño.

La Anécdota
Es ridículo o, cuando menos, insólito. Vivimos en un mundo que mantiene a dos Papas, observa los movimientos desviados del gendarme de la Casa Blanca –la de Washington-, y tolera la presencia de un mandatario mexicano que tropieza, pretendiendo dar lecciones de historia dictadas por su mujer, al confundir a la esposa de Porfirio Díaz, Carmelita Romero Rubio, con la del presidente al que más honra, Juárez, cuya consorte era Margarita Maza, y repitiendo lo mismo, cada día, despacito –a otro ritmo de sus celebrados mítines multitudinarios- como pruebas fehacientes de su falta de irrigación cerebral.
Así la cosas, se estima que le alcance el oxígeno, producto de su palabrería, para que MORENA arrase en 2020 y 2021 en cada elección prevista para los próximos años y que incluso gane el plebiscito –que dijo haría- sobre si debe mantenerse o no hasta octubre de 2024. ¿Será éste un pretexto para iniciar el debate sobre la reelección? ¡Qué Dios nos libre de agotar los apotegmas revolucionarios!
Pese a ello, las elecciones no se resuelven con los sufragios sino son hijas de las decisiones superiores, las de más arriba de nuestras visiones. Y así, y con conocimiento de causa, hay mexicanos, muchos, que consideran indispensable votar para cambiar. Hasta ahora no ha sido así.