Desafío

*Impunidad, la Causa
*De los Infiltrados

– – – – – – – – – – – – – – – – –

Las organizaciones no gubernamentales suelen tomar mayor importancia cuando los vacíos de poder se ahondan y la credibilidad oficial ronda por los suelos. Es el caso del presente. Para desgracia nuestra, el presidente de la República y los miembros de su gabinete parecen dar mayor importancia a simular que luchan arduamente por atraer inversiones -cuando la falta de seriedad fue desnudada por los empresarios chinos que ahora reclaman una fuerte indemnización por los gastos «no recuperables» tras la adjudicación cancelada para la construcción del ferrocarril rápido entre la capital y Querétaro-, que a la galopante crispación social cuyos efectos pueden ser devastadores contra el régimen en curso.
Es un hecho, y lo repetimos, que buena parte de la sociedad mexicana quisiera librarse del sistema político; y que otro sector solicita, primero, resolver los entuertos creados por la administración pasada, sobre todo los relacionados con la violencia desatada y los intolerables actos represivos, antes de retirarse por incapacidad; y unos más alegan que cuando llegue diciembre comenzará a actuar la justicia. Eso dicen.
El caso es que únicamente un puñado de panegiristas estima, con una ceguera total, la prefabricación de sendas trampas «en contra del presidente» para convertirlo en protagonista de todos los dramas como «si fuera gendarme de Iguala». Esta hipocresía podría exonerar, igualmente al repulsivo Ángel Aguirre, al ex secretario de la Defensa Nacional e incluso a la llamada «pareja imperial» Abarca-Pineda Villa por ahora bajo la asfixia de la cárcel en tanto, lentamente, se cocinan sus nexos tratando de evitar que tales lleguen demasiado arriba entre las jerarquías políticas.
En la misma línea, la de la impunidad, se dio la información sobre la socorrida casona de La Palma, en Sierra Gorda números 150 y 160, propiedad -se dice- de la primera dama como resultado de sus ahorros y créditos bonancibles, si bien una de ellas fue cedida por Televisa a los diez días de formalizarse el matrimonio del entonces gobernador peña nieto y de la celebridad de las pantallas chicas, Angélica Rivera Hurtado. Por lo general, los mandatarios solían invertir en sus futuras casonas en el último año del sexenio so pretexto de encontrar un lugar donde vivir de acuerdo con la condición de ex presidentes.
Es lo anterior lo que se sitúa, desde luego, en el nivel de la mayor impunidad, inaceptable en todos los sentidos, causa de la proliferación de las punibles acciones, tantas veces bajo la protección de una autoridad coludida. Como los asesinatos y secuestros no son castigados ni perseguidos judicialmente -salvo contadas y escandalosas excepciones como la de los normalistas de Ayotzinapa y los civiles masacrados de Tlatlaya, Tanhuato y Allende, entre otras comunidades en distintas entidades-, se recrudecen y repiten las vandálicas «estrategias» para silenciar las voces de la protesta.
Esta es la tesis, muy válida, de las ONG que buscan explicaciones al desarrollo imparable de la barbarie.
Tras los vergonzosos sucesos de Iguala y Cocula, en donde cuarenta y tres jóvenes fueron reprimidos, perseguidos y no sabemos si asesinados, de acuerdo a la versión oficial incinerados aunque las condiciones meteorológicas -una fuerte lluvia y la consiguiente humedad- no posibilitaban prender una gigantesca hoguera durante catorce horas para, supuestamente, desaparecer los rastros de los crímenes abominables. Y a todo esto hay quienes consideran el entramado como «una trampa» para aumentar el rencor hacia peña nieto y no fruto de la criminal negligencia del gobierno estatal y del federal en una región de alto riesgo y supuestamente controlada por la XXVII Zona Militar bajo el mando del general Juan Manuel Rico Gámez, quien explicó las omisiones de su tropa, durante las jornadas del 26 y 27 de septiembre de 2014, por considerar que perseguir a los «provocadores» era una función propia de la policía municipal… asociada con los narcos de «Guerreros Unidos». El círculo de la impunidad se cierra.

La Anécdota
El general Salvador Cienfuegos publicitó su malestar, hace tres años, porque consideró que, con las críticas recibidas, no se amedrentaría al ejército: éste tiene las armas; nosotros sólo el verbo. Unos días más tarde el presidente peña advirtió que, como último recurso, podría utilizarse la fuerza porque tal está dentro de las funciones del Estado -más bien del gobierno-, interpretándose sendos asertos como veladas amenazas contra la sociedad civil y su creciente malestar.
El hecho es que, entonces y ahora, también las manifestaciones pidiendo justicia están amenazadas, no sólo periodistas y líderes sociales, bajo el flagelo de los llamados «anarquistas» o «radicales» cuya presencia NO es avalada por ninguna de las organizaciones ni partidos políticos; al contrario, éstos insisten en que son vándalos o anarquistas «infiltrados» por el gobierno federal para deshacer marchas y plantones. Es, por desgracia, lo más probable y con ello se daría otro elemento para considerar que vivimos bajo una estructura fascista, no solamente facciosa, en la cual el círculo del poder pretende ponerse a salvo sin detenerse en el número creciente de víctimas inocentes. Pero la historia demuestra que las matanzas y las traiciones de Estado siempre revierten en contra de zares, reyes o presidentes autócratas.