Desafío

*Mismo Protocolo
*De los Agravios

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El primero de septiembre, por mandato constitucional, el presidente de la República entregará el texto de su VI Informe de Gobierno. Ni peña ni calderón lo hicieron ante el pleno. Hace un año escribí lo siguiente: “seguramente Andrés Manuel López Obrador recobrará la costumbre de asistir a la sede del Congreso, el próximo año, como uno de los pocos efectos directos del Legislativo, mayoritariamente opositor desde 1997 hasta esta nueva Legislatura LXIV, y que actuó hasta ahora contra el insolente presidencialismo que otrora tomaba la sede de otro poder para actuar como si fuera el anfitrión y no el invitado con el consiguiente deslazamiento de diputados y senadores por parte de los mandos del Estado Mayor Presidencial. Era aquello, en esencia, como un pequeño golpe de estado temporal mientras se ignoraban las voces disidentes. La templanza terminó, insisto, en 2006, luego del escandaloso fraude electoral a favor de la derecha ese mismo año.” Hasta aquí la cita.
Con la usurpación se dio la necesaria reacción, esto es como un dique para que la presa reventara, y los señores fox, quienes fraguaron la más terrible traición a la democracia desde un partido que clamó durante setenta y cinco años por ella, fueron el objeto de la humillación al no permitirles el paso al recinto legislativo y ser “recibidos” en el anfiteatro por una corte pequeña de parlamentarios que recibieron el texto advirtiéndoles –a los dos, ella y él-, que sería imposible controlar una sesión en estas circunstancias de rebeldía y rencor.
Desde entonces, los mandatarios se limitan a cumplir, estrictamente, el texto constitucional y sólo entregan el informe de los asuntos de la nación cubriéndose con una larga carnavalesca de comparecencias de los ministros de la alta gobernación, a quienes si se les raspa es porque defendieron con más ímpetu a “su” presidente ganando así puntos importantes para acceder a la candidatura presidencial. Tal era el procedimiento que no ya no tiene sentido.
A partir de este primero de septiembre, aunque el formato no cambie sí lo harán las condiciones; el PRI, sin futuro, estará arrinconado y perdido en la sede legislativa; y el PAN le acompañará al otro lado con un poco más de color. En el centro, con enorme mayoría, se verán a los 308 diputados de la coalición “Juntos Haremos Historia”, conformada por MORENA, el PT y el sorprendente PES, sin registro pero con representación de 56 diputados y 8 senadores, en una controvertida alianza que puede durar un suspiro… o menos.
El caso es que, sin duda, ya no se esperan barruntos de tormenta, como hace un año cuando fue un clamor la exigencia de que se procediera, judicialmente, contra la administración más repudiada de la historia presente, fundamentada en matanzas y latrocinios sin precedentes, con la consiguiente exigencia de llevar a la cárcel a sus principales personeros: el propio peña, en primer lugar, Luis Videgaray, el canciller entreguista, Genaro Ruiz Esparza, el secretario de los socavones, Rosario Robles Berlanga, la histriónica fémina de la estafa maestra y los cómplices de Gobernación, Osorio Chong y Navarrete Prida. ¿Y por qué no a los mandos militares asesinos?
Sólo Robles ha pisado la cárcel a 365 días de aquel informe incoloro e inodoro. Y no habrá cambio de formato para mantener la línea de la tradición con el cobijo de aliados, amigos y embajadores a quienes ya no se recibe, como dice la ley en desuso por órdenes superiores, con la banda tricolor.
La Anécdota
Sea como fuese, el régimen de peña nieto está condenado por la historia y tal no puede ser pasado por alto mediando un perdón simple, presidencialista, reñido con el afán contra la corrupción que guía al mandatario electo como éste lo predica. Son demasiados pecados que no caben en un confesionario ni pueden dar lugar más que a la penitencia de la cárcel. Desde hace mucho más de un año exigimos la actuación judicial contra él.
Al llegar al final, peña estaba devastado, perdidas todas sus batallas y solo en la desnuda casona de Chapultepec que le sirvió de blindaje –es un búnker, en realidad-, y ya no servirá más. Por cierto si ya hay quien compre el avión presidencial para rentarlo a la Presidencia -20 mil dólares por hora-, en un trueque muy infortunado, ¿cuánto costaría alquilar la residencia oficial para eventos o pijamadas en las recámaras dónde pernoctaron los ex presidentes, desde Cárdenas hasta peña, incluyendo a Cuauhtémoc quien, como infante, correteó por sus jardines?
Vendría bien una subasta en lugar de los paseos improductivos.