Desafío

*Impunidad Manifiesta
*Formas de Corrupción

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Durante su largo periodo como opositor, incluyendo el lapso de su gestión como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal -2000-2005-, las banderas de Andrés Manuel López Obrador siempre fueron a favor de los pobres y de condena a la mafia del poder que lo mismo integraban los priistas y panistas, no los perredistas porque en esos tiempos él era parte de ellos, que los empresarios multimillonarios, los religiosos hipócritas y las asociaciones civiles conservadores como Pro-Vida y otras más de ultraderecha.
A finales de 2005, al iniciar su campaña por la Presidencia, la ruptura con fox, con quien jamás se entendió y escasamente se reunió para la foto con cruces de miradas despectivas y afiladas, se dio a la tarea de seguir la senda del mandatario en funciones en materia de chascarrillos y denominaciones despectivas hasta que, de plano, estalló con su célebre “cállese, chachalaca” que puso sello a su disputa si bien vicente ya había recibido una calificación despiadada: “cachorro del imperio”, le llamó con razón el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, luego de los vergonzosos incidentes lacayunos para lamerle los zapatos a Bush junior.
Liego fox, con cinismo inigualable, aceptó que gracias a él Andrés Manuel no había llegado a la Presidencia: “al final gané yo”, expresó con rotundidad casi aceptando que había colocado todos los huevos de la canasta política en la maltrecha cesta de calderón, vilipendiado desde entonces y señalado, hasta hoy, como un vil usurpador al servicio de la “mafia del poder”, de aquellos que habían tomado al país como rehén y a los mexicanos como esclavos silentes.
Hace unos días, el presidente López Obrador, muy seguro de sí mismo, divulgó que había tenido sendas comidas, de larga duración, entre dos y tres horas, primero en la casa de Alberto Baillères –a la que asistió el criminal Germán La(dia)rrea Mota-Velasco, a quien se acusa de los mayores daños ecológicos contra México y recientemente del derrame de ácido sulfúrico sobre el Golfo de Baja California-, y después con Carlos Slim, en Palacio Nacional, como refrendo de la confianza de los dueños del dinero en el rumbo de una economía que logró despegar, en sus manos, ¡0.1 por ciento! y con perspectivas brillantes para el PIB a través de 2019: ¡0.2 por ciento!
No faltó quien recordara, en el archivo de las “benditas” redes sociales, que en 2014, hace un lustro apenas, el propio López Obrador se mofó del inmune peña y su asesor principal, Luis Videgaray Caso, cuando anunciaron que el crecimiento había sido de ¡0.8 por ciento! Salvo lo que diga peña .1 no es mayor a .8 ni en la lógica ni en las matemáticas.
Entonces, López Obrador sentenció:
–Nosotros podríamos hacerlo mejor –quejándose del rumbo errático del peñismo y de las triquiñuelas del 2012 aunque menores a las de 2006-.
En sus manos a lo mejor una décima de punto es mayor que ocho. Como diría enrique, el impune, en plena gala de exhibicionismos para que se cancele el rumor sobre sus inclinaciones sexuales.
La Anécdota
En los lejanos tiempos de la campaña de 1982, con el gris miguel de la madrid en condición de candidato investido como “el futuro presidente”, y con el propósito de separarse de su antecesor, lópez portillo -¡Agarren a López por Pillo!, decían las marquesinas-, solemne hizo una declaración lapidaria:
–La ineficacia en el servicio público es también una forma de corrupción.
El primer reo de esta sentencia fue él mismo y de allí se siguieron varios, casi todos, sus sucesores. Hoy cabría agregar que las incongruencias son también señal de una altísima corrupción que desemboca en la impunidad.