Desafío

*Gases Contaminantes
*Alimentos para Gatos

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Nuestro poderoso vecino del norte –hay quienes creen que debemos emitir un gracias multitudinario por haber favorecido la prolongación de las ilusiones sobre las remesas que casi son como limosnas por esfuerzos similares a los de otros mejor pagados-, produce el veinticinco por ciento de los llamados gases con efecto invernadero, esto que retienen parte de la energía que el planeta emite por la radiación solar. Tal fenómeno, consecuencia del mal uso de la naturaleza y el daño a la atmósfera consiguiente –como si, poco a poco, nos estuviéramos consumiendo-, conlleva la aparición de meteoros, cada vez más numerosos, y diversos fenómenos naturales que se salen de control no sólo por lo imprevisto sino por una fuerza y frecuencia sin antecedentes, y es claramente la consecuencia de las catástrofes naturales que hemos padecido en México en donde era inusual que después del 3 de octubre –con el llamado “cordonazo de San Francisco”- se presentaran las más devastadoras tormentas.
La Comisión Nacional del Agua señaló, por ejemplo, que “México es uno de los países que menos gases con efecto invernadero producen en el mundo”. Nuestra aportación, sin embargo, es alta: el 1.4 por ciento de éstos en el globo terráqueo, si consideramos que otros países, con escasa industria y máxima pobreza, casi se quedan en cero en este renglón destructivo. Entonces la coyuntura parece ser entre la riqueza “industrial” que atrofia al planeta y la miseria de quienes no tienen otro remedio que depender de su entorno, de manera sedentaria o como nómadas, para sobrevivir; por ejemplo, en algunas regiones de África y Oceanía.
El asunto es delicado por varias razones. Examinemos algunas de ellas:
A).- Las empresas “endulzantes” se quejan porque han aumentado el impuesto –entre el cinco y el diez por ciento de acuerdo al desarrollo de las mismas-, e incluso hubo quienes arguyeron que subiría con ello “los alimentos para gatos”, prioridad nacional sin duda en un país en donde la cultura anglosajona ha desviado nuestros valores morales. ¿Por qué no se preocupan, mejor, sobre el costo de un litro de leche, desplazado por el consumo de bebidas elaborados a partir de la calmante planta de coca, para asegurar, como en algunas naciones, digamos Cuba, que ningún niño se quede sin ella? Lo que no dicen es cuanto contaminan el ambiente; de ello podría hablar el parlanchín señor fox, bajo las muchas faldas de su señora, porque fue gerente regional de la compañía con mayor presencia en el mundo, la inefable Coca-Cola. Desde luego, hay muchos millones bailando en las filas del Senado y de las altas esferas de la política a las que más interesan los acuerdos momentáneos –y redituables debajo del agua, es decir los sobornos-, que la salud pública muy relacionada, en nuestro país, con la obesidad y la consiguiente diabetes, una de las principales causas de muerte. ¿Es necesario agregar más?
B).- Es por más evidente que si la poderosa nación del norte emite la cuarta parte de los gases que retienen la energía terrestre, no hace falta demasiada preparación para entender cómo han logrado desviar y asentar los desvíos de meteoros y sacudimientos sísmicos hacia el sur de sus fronteras. Esto es: México padece no sólo los fenómenos naturales sino los que correspondían a los Estados Unidos antes de que su gobierno se arrogara el papel de Dios incluso para hacer sufrir a sus “satélites”, con la xenofobia habitual, para proteger a una de las poblaciones más obesas del mundo. ¿O no se han dado cuenta quienes se desayunan un “grand slam” en algunas de los almacenes de calorías con franquicias de alto valor? Sólo de verlo, este columnista…ha optado por tomarse sólo un jugo de tomate, su preferido.
C).- Además, debe subrayarse un hecho notable: no pocos gobernantes, preocupados por la evidente alteración del clima optaron, desde 1992, por organizar una Convención Marco sobre el tema en las Naciones Unidas; y cinco años después surgió el llamado “Protocolo de Kyoto”, fijando reglas limitantes generales en cuanto a la emulsión de los gases devastadores, aunque uno de los pocos países que se negaron a firmarlo es, nada menos, ¡Estados Unidos!, el mismo en donde nadie observa los cargamentos de drogas que circulan por sus “freeways” ni aceptan ser el mayor mercado de consumo de estupefacientes en el mundo mientras en México sufrimos las presiones de ellos mismos que nos cuestan, además, un promedio de mil 300 asesinatos al mes; por otro lado, ¿de dónde provienen las armas de la llamada “delincuencia organizada”?