Desafío

*Gobernabilidad, Reto
*Las Viejas Cofradías

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La democracia, para que funcione, debe asegurar la gobernabilidad. Ya hemos dicho que en los regímenes parlamentarios, por ejemplo en España ahora paralizada por la aparición de una tercera fuerza política que impide alcanzar la necesaria mayoría, son indispensables para asegurar el transcurso de una administración realizar los pactos para sumar, sobre todo en la Asamblea de los Diputados, los apoyos necesarios hasta reunir, cuando menos, a la mitad más uno de los legisladores. Las cosas se atoran cuando la pluralidad determina el concurso de tres o más corrientes políticas porque los condicionamientos pueden llegar a ser extremos. Esto está suc3iendo de nuevo en Madrid.
En nuestro país los acuerdos interpartidistas están viciados de origen y son motivo de chantajes extremos y no del análisis ponderado de la perspectiva nacional. Si se alían el PAN y el PRD, desde posiciones extremas, tal confluye hacia la turbiedad de avanzar sólo en cuanto a materia electoral porque, además, los postulantes suelen ser priistas desplazados y hartos de ser excluidos de las candidaturas. Desde luego, hay excepciones pero, lo cierto, es que los aliancistas han sido el peor aporte de la democracia simulada que vivimos; ninguno de ellos ha salido de su gestión desplegando banderas sino “huyendo” hacia retiros de lujo.
Por supuesto, uno de los condimentos de la ingobernabilidad no es sólo la recurrencia de la violencia sino, también, la preeminencia de la impunidad. Ahora mismo, en las entidades del país llamadas a elegir a sus gobernadores en junio pasado, las rebatiñas y las acusaciones forman parte del entorno y no parecen apagarse las voces de protesta en de ellas. Existe la convicción de que la corrupción ha ido tan lejos por las complicidades con los funcionarios federales y los vínculos soterrados con el crimen organizado. Ningún mandatario en finiquito mantiene los estándares de medianía económica que el Benemérito Juárez impuso a sus colaboradores y a él mismo; todos rebasaron sus funciones hasta llegar más allá de los lindes del escándalo.
Una muestra. En Veracruz –donde el remedio puede resultar peor a la enfermedad como explica el refranero-, el troglodita Javier Duarte de Ochoa, asegurando su lugar entre los peores mandatarios estatales de la historia –para muchos el mayor predador-, exhibió su declaración patrimonial en apariencia cernida a los ordenamientos pero omitiendo, como señala la ley, los bienes de su esposa y familiares en primer grado que suelen acumular los recursos más substanciosos cuando se trata de ocultar las desviaciones del erario. Con ello demostró su tendencia a pretender ocultar lo que no es y exaltó su condición de deshonesto, inmoral, corrupto en fin.
El caso veracruzano es, sin duda, uno de los más reveladores sobre el éxito de las mafias bajo la perspectiva peñista. Quien asegure lo contrario deberá demostrar que Duarte de Ochoa tenía salidas para evitar la reclusión no sólo por sus desfalcos ni mucho menos por cuenta de la venganza de Miguel Ángel Yunes Linares, sino por las persecuciones y asesinatos de quienes le incomodaron, el abandono de los equilibrios sociales y su evidente ambición sin límites. Reúne, él solo, todos los vicios que hacen de la política una zahúrda.
¿Cómo intentar siquiera la gobernabilidad en estados de la República saqueados, hollados y bajo la asfixia de las deudas inmorales? Lo más doloroso es observar cómo pasan, se van y sólo uno que otro queda en donde debieran estar la mayoría de los “ex”, en los reclusorios de alta seguridad.
Sin justificar las acciones violentas, de ninguna manera, pueden explicarse por el hartazgo de las poblaciones afrentadas, ofendidas, ultrajadas cien, mil veces. Como en la novelada Fuenteovejuna de Lope de Vega. Todos a una para ocultar el crimen de un cobrador tributario voraz; tremenda lección la de los pueblos envueltos por las llamas del rencor.
Y podemos decir lo mismo de los linchamientos de quienes, sin el menor rubor, sobajan a las familias y las convierten en rehenes permanentes de la delincuencia.
La Anécdota
Me preguntan algunos lectores si dejaron de ser relevantes las cofradías, entre ellas la “de la mano caída”, tan poderosas desde el sexenio de miguel de la madrid. Bueno, cabría responder que algunos de los fundadores continúan muy activos removiendo el piso, por ejemplo emilio gamboa patrón, el yucateco quien busca lanzar al estrellato a su hijito Pablo Gamboa Miner, sin conocimiento de causa, ya que no pudo lograr que fuera candidato al gobierno de Yucatán. No hubiera llegado, ni podrá jamás.
La truculencia se basa no en un señalamiento homofóbico, lejano a mi pensamiento, sino en el reclutamiento soez de los jóvenes ambiciosos para realizar con ellos el rito secreto para asegurarse confidencialidad y complicidad con el peso de las entregas sexuales. Es ésta la mafia peor; y sigue, desde luego, viva.