Desafío

  • Fuego y Vecino
  • ¿Ganó Morena?

Cuarenta y ocho años ya. No puede olvidarse porque fue como una primera muerte cívica. A causa de “Los Halcones”, el invento de echeverría –de quien parece haberse olvidado la muerte, no así la historia-, alimentados por el entonces Departamento del Distrito Federal cuyo titular era Alfonso Martínez Domínguez, varias generaciones de jóvenes abrazaron el silencio por temor dejando que el sistema les cortara las alas para volar en libertad. Fue y es muy triste recordarlo.
Quizá este antecedente explica mi profundo deseo de superar las estructuras del viejo régimen, cuyos rescoldos quedan y a veces vuelven a imponerse a pesar de la repulsión que causan sus herederos: el PRI está hecho añicos, cenizas, y tal quedó demostrado el domingo 2 de junio cuando en dos entidades, Baja California y Durango, quedaron relegados al cuarto sitio con porcentajes mínimos; en otras cuatro el tercer sitio no es una medalla de bronce sino muestra clarísima de que los espacios están agotados para el partido que fue casi único hasta los tiempos de salinas quien abrió algunos candados para legitimarse él después del escandaloso fraude de 1988 que lo situó como usurpador para vergüenza de su progenie; quizá ese deshonor ha llevado a su hijo, Carlos Emiliano, por los caminos de las sectas diabólicas. ¡Ay, la aristocracia simulada!
Entre el fuego y la sumisión. Así ha estado México desde siempre y no parece ahora que vaya a cambiar la situación; menos si consideramos que en la Casa Blanca se tiene al “anaranjado” Trump, el mandatario estadounidense más antimexicano de la historia y quien, todos los días, en la perversidad de su extraviada mente, se inventa nuevas afrentas contra nuestro país. Ahora son los injustos aranceles –del 5 por ciento sobre cualquier producto mexicano- para obligar a nuestro gobierno a frenar la oleada migrante. ¿Cómo? ¿A balazos? No tenemos marines ni belicosos mandamases como allá.

La idea me encantó desde que leí los documentos respectivos hace unos días

El hecho es que los directivos de Banorte, siguiendo los consejos de Robert Mundell –premio Nobel a quien tuvo el honor de conocer en La Habana hace algunos años-, proponen al presidente López Obrador repicar la injerencia notoria de la Casa Blanca atacando a los feudos electorales de Trump, imponiéndoles aranceles –hasta del 10 por ciento- al whisky, el tabaco y el trigo, los productos que nos exportan desde el centronorte de USA donde el “pato” Donald Trump tiene sus búnkers políticos.
La idea me encantó desde que leí los documentos respectivos hace unos días. Ya es hora de que México dé los pasos necesarios para exigir la necesaria reciprocidad entre dos soberanías sin permitir que el huésped de la Casa Blanca, rey de la xenofobia y admirador de Hitler, imponga sus condiciones aprovechando nuestra vulnerabilidad militar y social. Diente por diente, dice el refranero. Pues así, sin medias tintas y con valor; y si el tipejo se reelige que no sea porque nadie lo exhibió en su verdadera dimensión. No es un político sino un magnate que no desea el bien de todos sino sólo el suyo propio. ¡Cuánto daño hace el odio!
La Anécdota
Lo dije varias semanas antes de la contienda del domingo 2 de junio pasado: el fenómeno AMLO no necesariamente coincide con la aceptación a su partido, Morena, que en muchos casos parece haber renunciado a las posturas de su líder y guía moral. La presidente del partido, Yeidckol Polevnsky, dio muestras de su precaria condición de ignorante al dejar los micrófonos al dirigente del PAN, Marco Cortés, quien se llevó la jornada ante la torpeza de la señora morenista.
Morena debe hacer una reflexión más allá del regusto de ganar dos gubernaturas más, la ansiada de Puebla y la sintomática de Baja California aunque ésta sea solo por dos años gracias a esa gran fábrica de conflictos llamada INE en donde un consejero vulgar y racista quiebra los preceptos medulares de la institución. Tendremos que inaugurar ahora el IRE –Instituto Republicano Electoral-, como sucedáneo del IFE y del INE venidos a menos.