Desafío

*Ebrard bajo Trump
*Quién nos Incendió

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El plan para el rescate de Centroamérica, con una inversión de México de 30 mil millones de dólares –la mayor del primer semestre de la nueva administración federal-, se turna en los despachos de Washington como una evidencia más de la sumisión a la que obliga la Casa Blanca y sus testaferros. El canciller Marcelo Ebrard Casaubón, el operador de la prudencia, tiene que negociar y ajustar los presupuestos y acciones en el despacho del impresentable Mike Pompeo, secretario de Estado de USA, caracterizado por sus actos de dominio e imposición, incluso por la fuerza, en varios países de Centro y Sudamérica.
Al parecer ya estamos en la misma línea o en idéntica perspectiva de las naciones supeditadas por completo al gran poder del norte encabezado por un elemento, el anaranjado señor Trump, quien ha dado muestras fehacientes de sus desequilibrios personales y, en nuestro caso, de su furioso antimexicanismo. Bueno, en realidad, no le faltan adversarios incluso dentro de su territorio: los del Partido Demócrata, por ejemplo, desearían cocinarlo como a un pollo rostizado; y, sin embargo, es probable que el “pato” Donald esté encaminado a la reelección con el uso mediático y sin medida de su xenofobia extendida al sur de sus fronteras y a cualquier raza del mundo que no sea la anglosajona dominante. Igual que Hitler cuando todavía, como canciller de Alemania, alentaba a las turbas en pro del nacionalsocialismo que no fue sino una extensión pavorosa del fascismo italiano con millones de muertos –no sólo judíos sino también polacos, checos, franceses, ingleses y americanos junto al célebre Escuadrón 201 del que se salvó un buen número-.
El barbaján del norte ya no sabe lo que quiere con exactitud. Las advertencias de Vladimir Putin le han calado tan hondo que dejó de hablar de Venezuela y volvió al cauce de los infelices emigrantes proponiendo que México no hace nada para frenarlo. Más allá de si consideramos convenientes las medidas del nuevo gobierno al respecto nuestro país es soberano –se supone- y por ende ninguna otra nación puede inferir en sus decisiones. Debía estudiar un poquito sobre los excesos cometidos contra una nación aliada, por necesidad, sin propósitos belicosos.
Insisto: debe nuestro gobierno parar la parafernalia esquizofrénica del perentorio ocupante de la residencia de la avenida Pensilvania. El mandatario mexicano, al parecer, está dispuesto a no salir del territorio nacional para asistir a las juntas multinacionales en donde podría expresar su malestar, de manera directa, contra la gran potencia de América dispuesta a expandirse a cualquier costo, como sucede al utilizar el drama de la dictadura de Venezuela para acicatear sus propósitos invasores. Y, después de ello, ¿quién podría detenerlo?
México no está preparado para ello, lo sabemos. Por eso el escudo de la Doctrina Estrada, aplicada en el caso de Venezuela, es fundamental para salir adelante en la controversia bilateral. Por la fuerza, naturalmente, no hay senda posible, dicho esto para replicar a los que no saben leer y alegan que estamos alentando una guerra.
La Anécdota
Cuatro mil incendios en unas cuantas semanas no pueden ser consecuencia solo de las altas temperaturas ni del estío. Hay videos en donde se aprecia a uno o varios sujetos regando combustible sobre paja seca y leña verde para provocarlos en medio del caos y sin ningún tipo de vigilancia, salvo la de quienes lograron filmar los incidentes sin poder intervenir más que a gritos y a golpes de celulares.
La devastación ha sido como nunca y la desertificación –cauce hacia el desierto-, también. Cada año somos más pobres, miserables diríamos, a causa de estos hechos repetidos y perfectamente orquestados. Recuerdo cómo en Coahuila, el 4 de marzo de 2011, cuando el nefasto Humberto Moreira Valdés tomaba posesión como presidente del PRI en Querétaro, miles de hectáreas de la Sierra de Arteaga se quemaron al tiempo que en Saltillo se prodigaban las balaceras como una turbia, insolente, criminal advertencia por parte del gobierno calderonista. Por esto, y mucho más, no sale del susto el ex presidente, “jelipe” para su ambiciosa dama, a seis años y medio de haber dejado el poder.
Hay elementos de sobra para proceder contra él. Estamos esperando, señor presidente.