Desafío

Rafael Loret de Mola

09/03/18

• Los Criminalizados
• Renuncia con “Cola”

El modus operandis de los partidos y sus candidatos no es solamente una “guerra sucia” sino, además, la exhibición grotesca de cómo puede manipularse a la sociedad con los rastros dejados por los personajes que atesoran la atención bajo mil sospechas e inducciones. Todo ello se debe, no sólo a los actos de corrupción ingente, sino también a los fabricantes de mensajes tendenciosos al grado que es equiparable un supuesto lavado de dinero por 54 millones de pesos –una bicoca para los “narcos” de verdad-, atribuido a Ricardo Anaya, que los tres mil 947 millones de pesos desviados desde distintas dependencias gubernamentales bajo la estafa “Rosario”, merecidamente llamada así en honor a la dama centrífuga de apellido Robles.
Es curioso, Rosario, nacida en San Antonio de las Alazanas en Coahuila, allí donde asaltan los Moreira hasta a los transeúntes ingenuos, fue presidenta del hoy descastado y desunido PRD –hoy en alianza con su mayor antagonista, el PAN-, y fue beneficiaria también de los millones repartidos por el argentino Carlos Ahumada Kurtz –nacionalizado mexicano, claro, como el catalán siniestro Antonio Solá, quien dirige la campaña priista en Yucatán-, a René Bejarano y otros en medio del revuelo más absoluto en 2005 destinado a ensuciar a Andrés; en buena parte lo consiguieron pero pronto el incidente pasó al segundo plano en la mente de los incondicionales del tabasqueño.

Ahora, el asunto puede ir a más… también respecto a PRI y sus pobres aliados

Recuérdese que el viejo “voto duro” que presumía el PRI ahora está en manos del icono de MORENA quien está seguro de contar ya con, al menos, veinte millones de sufragios en la bolsa incuso coqueteando con la posibilidad de obtener una mayoría absoluta en las urnas –esto es con más del 50 por ciento de las boletas cruzadas a su favor-, pese a la torpe campaña para exaltar que en las encuestas “ya casi” lo alcanzan, en unas, el señor Meade, y en otras, el joven Anaya –con 39 años, casi la misma edad en que se colocó la banda tricolor Lázaro Cárdenas, perdónenme la comparación-, contra toda evidencia general.

El margen es infinitamente superior en pro de Andrés, aunque no sea su partidario asqueado por quienes le rodean, desde el asesino Bartlett hasta el mafioso “Napito”, tan culpable él como el Grupo México por la explosión de Pasta de Conchos, Coahuila otra vez, en 2006. Molesta la absurda persecución contra Anaya cuando el señor peña no mueve un solo dedo para indagar sobre los desvíos inmorales de la señora Robles, solapados por Meade, en pleno desplome de moral y credibilidad.

Debieron tener cuidado al señalar a quien tanto hizo por la reforma energética, desde la oposición, elogiando igualmente al “gran mexicano” Meade, cuando requería de la confianza oficial para ascender en la escala de los liderazgos falsos. Ahora, el asunto puede ir a más… también respecto a PRI y sus pobres aliados. En fin, al criminalizarse la política, lo único que ha quedado demostrado es la colusión entre los entes gubernamentales y el crimen organizado. En estas manos estamos y no parece que, de aquí al primero de julio, vayan a cambiar los escenarios ni los palenques ni las posturas de quienes creen estar libres de repescas judiciales; esto es sólo para los mexicanos comunes y corrientes, no para la élite. La Anécdota Es evidente que la renuncia, hace una semana, de Roberta Jacobson a la embajada estadounidense en México, es secuela de la llamada infamante del “pato” Donald Trump al apocado señor peña unos días antes, cuando la línea telefónica tembló por los gritos del desquiciado de la Casa Blanca, cancelándose, otra vez, el encuentro de sendos mandatarios –si pueden llamarse así- en Washington. Sencillo: los diplomáticos de carrera –Jacobson tiene tres décadas de servicio-, no toleran desplantes, amenazas inútiles, bravuconerías y ofensas insidiosas de un mandatario que no entiende cuál es su papel ni coloca encima su responsabilidad presidencial sobre sus empeños de mercader de altos vuelos. El dinero, el suyo, es la prioridad junto a las modelos que pone y saca de la oficina oval. Nunca se había caído tan bajo; y ya es decir.