Desafío

Rafael Loret de Mola

8/09/17

Quien crea en la popularidad del presidente, y lo difunda además certificando el uso mercenario de los medios de comunicación, hace un daño semejante al de los incondicionales de cualquier dirigente partidista listo a confundir, por derivación de las viejas formalidades de nuestra política putrefacta, la lealtad con la lacayunería, el apoyo con la ausencia de dignidad y la simpatía con la ambición inocultable. De allí, igualmente, las serias desviaciones ideológicas y el paulatino desmantelamiento de los partidos políticos incapaces, hasta hoy, de ser representantes de la comunidad y no nidos de víboras para explotarla.
Fue evidente, durante el mensaje presidencial sabatino del 2 de septiembre –contraviniendo, al antojo del mandatario y por interpretación ad hoc, el ordenamiento sobre la presentación del informe en la sesión de apertura del Congreso de la Unión, dejando la papelería hueca sobre la mesa y nada más-, para quien se gobierna: para los cómplices, empresarios e improvisados, los altos miembros del clero, incluso los que están en vías de retiro, el mando militar impenetrable y todavía sumiso en apariencia, los diplomáticos que gozan de la generosidad de los mexicanos y de sus festines, encabezados por la estadounidense Roberta S. Jacobson, muy inquieta por cierto, en torno siempre a las mesas de la simulación. ¡Y hablamos de Venezuela!
La reverencia es tal que se ignora al Legislativo y se coloca al Judicial en calidad de comparsa presidencial, siempre atento a los designios de la voluntad superior; de allí la urgencia descarada con la cual se pretende erigir como Fiscal General, hasta por diez años –esto es para cubrirle las espadas a peña como compromiso toral que sólo la traición podría romper-, al actual procurador Raúl Cervantes Andrade cuyo trabajo, desde que sustituyó a la televisiva Arely Gómez González Blanco, el 26 de octubre de 2016 –esto es hace menos de un año-, tras las escapatorias de “El Chapo” Guzmán Loera y el burdo tratamiento sobre los genocidios y asesinatos de líderes de opinión, independientes claro, y sociales, bajo el signo de la impunidad.
Es este un gobierno cuyos negativos saldos hacen tartamudear al presidente en ejercicio quien recurre al cantinflesco lenguaje de los evasores de hechos para justificar la inmovilidad patética del país y su gobierno, en medio de las tempestades por el inminente fin del TLCAN sin planes alternativos ni perspectivas para soportar los embates de las potencias del norte, sobre todo los exabruptos constantes del multimillonario de la Casa Blanca, deseoso de convertir a ésta en la cúpula dorada de Jerusalén –no se me tome la expresión como antisionista porque es sólo un referente didáctico-.
Nunca anduvo un régimen tan a tumbos como el actual. Pareciera que vamos en un ferrocarril descarrilado que no termina de caerse ni por la inercia sostenida por los vaivenes de la inevitable fatalidad. Y esto es México, no Venezuela ni Irak.
La Anécdota
¡Qué bella Malala Yousafzai, la ahora joven paquistaní, ganadora del Nobel de la Paz en 2014! Nos recordó, en una visita relámpago, que existe el amor sobre el odio y que las divisiones son juegos erróneos de una humanidad rebasada por las ambiciones de los poderosos que erigen muros y no tienden puentes. Sólo un pero: también exhibió que hasta las almas más puras deben rendir pleitesía al poder terrenal… y visitó al señor peña nieto en su búnker de Los Pinos.
Pero, entre líneas, dejó clara su postura acerca de la dirigencia mundial: “hay líderes ignorantes”, dijo mirando fijamente al mandatario mexicano y haciendo suponer que sólo se dirigía al de la Casa Blanca, la de Washington. Quizá recordó, en ese momento, al joven mexicano quien, durante la premiación de Malala, saltó al podio y expuso, en un cartón y a gritos, el drama de México a pocas semanas de los genocidios de Iguala y Tlatlaya, precisamente en 2014. Lo debe tener muy grabado en la memoria y de allí su recelo.
Y mientras seguimos simulando ser una democracia cuando falta una semana para la consumación del fraude en el Estado de México con la asunción del junior Alfredito del Mazo Maza. Pobre México tan repleto de nepotismo y tan alejado de la justicia social.