De política y cosas peores

Armando Fuentes

22/02/18

Los hombres se dividen en buenos y malos, pero es difícil distinguir entre unos y otros cuando los conoces bien. Un tipo le dijo a otro: «Estoy muy sentido con usted, compadre. Me enteré de que anda diciendo que soy cornudo». «Perdóneme, compadre -se disculpó el otro sinceramente apenado-. No sabía que quería usted mantener el dato en secreto». El sexo es un terreno delicado. Reza un antiguo proverbio: «De la mujer del amigo o el pariente, ni  Qué bonito diente «. Vale decir que no se debe galantear a la esposa ajena, y menos en presencia del marido, si se quiere tener sexo seguro. ¿Cómo hacen los hombres de diversos países para tener sexo seguro? Los norteamericanos recurren al condón. Los mexicanos buscamos a una mujer que no haya tenido nunca trato con varón. Los franceses se informan bien de la hora en que regresará el marido. Y los habitantes del desierto marcan con una equis a las camellas que patean. Aun sus más enconados malquerientes tendrán que reconocer la extraordinaria capacidad que tiene López Obrador para hacernos marchar al ritmo de su tambor. Mal que nos pese tenemos que hablar de él un día sí y también el otro, pues cotidianamente sale con una nueva propuesta -ocurrencia o puntada, dirán sus críticos- que se vuelve tema obligado para el comentario. La última fue ésa de la Constitución Moral, aplaudida con fervor por los fieles de diversos cultos agrupados en el PES, el partido más conservador de México. A sus feligreses les anunció AMLO -«He aquí os doy nuevas de gran gozo» (Lucas 2:10)- que si llega a la Presidencia llamará a un cónclave de filósofos, ancianos venerables, maestros,  poetas, practicantes de las diversas religiones, etcétera, a fin de que con carácter de constituyentes establezcan las bases «para una convivencia futura sustentada en el amor y en el hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad». Esas bases formarían el articulado de la tal Constitución Moral, que tendría vigencia al lado de la Constitución Política. El pastor del PES se refirió a López Obrador llamándolo «el nuevo Caleb». Este Caleb -su nombre significa «el perro»- fue uno de los doce enviados del pueblo judío para explorar las tierras de Canaán, de las cuales se querían apoderar. Al volver Caleb dijo que no sería difícil adueñarse del país. (No cabe duda: la Biblia tiene cosas muy aplicables a nuestro tiempo). A mí me pone los pelos de punta eso de que el Estado intervenga en la moral de los individuos. Pienso que cada uno debe buscar la felicidad a su manera, sin sujetarse a un código redactado por una comisión presidencial, así sea el Presidente un nuevo Caleb. No puedo entender cómo es que AMLO, que se dice admirador de Juárez, adopta un lenguaje con husmos religiosos que en un país declaradamente laico resultan fuera de lugar. Quienes ven en López Obrador un peligro para México encontrarán un nuevo motivo de inquietud en esta propuesta suya de una moral privada regida por una norma pública. Alegrémonos, sin embargo. Todos los países tienen una sola Constitución. Nosotros tendremos dos, aunque no sea más que para violarlas. Una mujer se presentó a pedir empleo en el departamento municipal de limpieza. Le preguntó el encargado: «¿Tiene usted experiencia en recoger basura?». «Bastante -respondió la solicitante-. Me he casado cuatro veces». Aquel señor se sintió mal en la oficina y se fue a su casa. Cuando llegó se encontró con la novedad de que su señora estaba en concúbito carnal con un sujeto. «¡Es usted un canalla! -le dijo al tipo. «Y usted es un irresponsable -contestó el individuo-. A esta hora debía estar en su trabajo». FIN.Los hombres se dividen en buenos y malos, pero es difícil distinguir entre unos y otros cuando los conoces bien. Un tipo le dijo a otro: «Estoy muy sentido con usted, compadre. Me enteré de que anda diciendo que soy cornudo». «Perdóneme, compadre -se disculpó el otro sinceramente apenado-. No sabía que quería usted mantener el dato en secreto». El sexo es un terreno delicado. Reza un antiguo proverbio: «De la mujer del amigo o el pariente, ni  Qué bonito diente «. Vale decir que no se debe galantear a la esposa ajena, y menos en presencia del marido, si se quiere tener sexo seguro. ¿Cómo hacen los hombres de diversos países para tener sexo seguro? Los norteamericanos recurren al condón. Los mexicanos buscamos a una mujer que no haya tenido nunca trato con varón. Los franceses se informan bien de la hora en que regresará el marido. Y los habitantes del desierto marcan con una equis a las camellas que patean. Aun sus más enconados malquerientes tendrán que reconocer la extraordinaria capacidad que tiene López Obrador para hacernos marchar al ritmo de su tambor. Mal que nos pese tenemos que hablar de él un día sí y también el otro, pues cotidianamente sale con una nueva propuesta -ocurrencia o puntada, dirán sus críticos- que se vuelve tema obligado para el comentario. La última fue ésa de la Constitución Moral, aplaudida con fervor por los fieles de diversos cultos agrupados en el PES, el partido más conservador de México. A sus feligreses les anunció AMLO -«He aquí os doy nuevas de gran gozo» (Lucas 2:10)- que si llega a la Presidencia llamará a un cónclave de filósofos, ancianos venerables, maestros,  poetas, practicantes de las diversas religiones, etcétera, a fin de que con carácter de constituyentes establezcan las bases «para una convivencia futura sustentada en el amor y en el hacer el bien para alcanzar la verdadera felicidad». Esas bases formarían el articulado de la tal Constitución Moral, que tendría vigencia al lado de la Constitución Política. El pastor del PES se refirió a López Obrador llamándolo «el nuevo Caleb». Este Caleb -su nombre significa «el perro»- fue uno de los doce enviados del pueblo judío para explorar las tierras de Canaán, de las cuales se querían apoderar. Al volver Caleb dijo que no sería difícil adueñarse del país. (No cabe duda: la Biblia tiene cosas muy aplicables a nuestro tiempo). A mí me pone los pelos de punta eso de que el Estado intervenga en la moral de los individuos. Pienso que cada uno debe buscar la felicidad a su manera, sin sujetarse a un código redactado por una comisión presidencial, así sea el Presidente un nuevo Caleb. No puedo entender cómo es que AMLO, que se dice admirador de Juárez, adopta un lenguaje con husmos religiosos que en un país declaradamente laico resultan fuera de lugar. Quienes ven en López Obrador un peligro para México encontrarán un nuevo motivo de inquietud en esta propuesta suya de una moral privada regida por una norma pública. Alegrémonos, sin embargo. Todos los países tienen una sola Constitución. Nosotros tendremos dos, aunque no sea más que para violarlas. Una mujer se presentó a pedir empleo en el departamento municipal de limpieza. Le preguntó el encargado: «¿Tiene usted experiencia en recoger basura?». «Bastante -respondió la solicitante-. Me he casado cuatro veces». Aquel señor se sintió mal en la oficina y se fue a su casa. Cuando llegó se encontró con la novedad de que su señora estaba en concúbito carnal con un sujeto. «¡Es usted un canalla! -le dijo al tipo. «Y usted es un irresponsable -contestó el individuo-. A esta hora debía estar en su trabajo». FIN. MIRADOR. Por Armando FUENTES AGUIRRE. Variaciones opus 33 sobre el tema de Don Juan. Don Juan se hizo viejo. Ésa es la tragedia mayor de los don juanes: envejecer. Les quedan los recuerdos, sí. Pero aunque se diga que recordar es vivir los recuerdos no sustituyen a la vida. Con la edad el sevillano se volvió iglesiero. La gente se reía por lo bajo al ver al antiguo seductor recorriendo las cuentas del rosario. Algunos decían: «Ha de estar contando sus mujeres, una por cada cuenta: Inés. Elvira. Aurora. Isabel.». No era así. Don Juan rezaba. Le rezaba a María, la bendita entre todas las mujeres. Le pedía que intercediera por él ante su divino hijo, pues todos sus pecados habían sido de amor.  -No le digas, Señora, que estoy arrepentido, porque no lo estoy. Si me arrepintiera ofendería a las mujeres que me amaron y a quienes amé. Dile sólo que tenga piedad de mí; que me perdone. El que ama perdona. Dios es amor. Y no es posible que mi amor sea mayor que el suyo. ¡Hasta mañana!…