De política y cosas peores

Armando Fuentes

14/06/17

Ya conocemos a Afrodisio Pitongo. Es hombre salaz, libidinoso y lúbrico. Cierta noche llevó a Dulciflor, ingenua chica, al solitario paraje conocido con el nombre de El Ensalivadero, acogimiento nocturno de parejitas amorosas. Ahí el concupiscente galán se excedió en su erotismo. Dulciflor lo detuvo. «No hagas eso, Afrodisio -le pidió-. Fumas mucho, y me puede dar cáncer de mama». Dos vacas iban por el prado y vieron tirado un envase de leche. Una de ellas leyó en él: «Leche ultrapasteurizada, homogenizada, desodorizada, deslactosada, enriquecida con vitamina A y D, tiamina, riboflavina y niacina». Le dijo la vaquita a la otra vaca: «Te hace sentir una pend.. ¿verdad?». Doña Gorgolota se dispuso a subir a un autobús. Llevaba con ella una enorme caja, y el chofer le dijo: «No puede usted subir a mi autobús con esa caja». La mujerona se irritó. Le dijo al conductor: «¿Sabe usted lo que puede hacer con su autobús?». Replicó el chofer, calmoso: «Me imagino lo que quiere usted que haga con él. Y si usted hace lo mismo con su caja entonces sí puede subir». El PAN y sus aliados tienen motivos para impugnar la elección de gobernador en Coahuila. Errores y omisiones del órgano electoral local dieron origen a inconformidades. Están en su derecho, pues, al buscar por las vías legales la anulación del proceso. Desde luego tendrán que presentar las pruebas necesarias para fundar su alegato de fraude del que acusan al propio órgano y al PRI. Tengo mis dudas, sin embargo, acerca del llamamiento que Guillermo Anaya, el ex candidato panista, ha hecho a sus seguidores para tomar las instalaciones del Instituto Electoral como protesta por las irregularidades habidas en la contienda. Recordemos, salvando todas las diferencias, el desgaste que sufrió López Obrador cuando ordenó la toma del Paseo de la Reforma, y la absoluta inutilidad de su fallida acción. Tomar la sede de una institución pública es cosa relativamente fácil. Lo difícil es mantenerla tomada al paso de los días, empresa que se torna más dificultosa conforme el tiempo va pasando. Por otra parte a mucha gente no le gusta esa clase de medidas, que aunque sean pacíficas dan idea de uso de fuerza y apartamiento de la ley. Quizá la causa del PAN y de quienes simpatizan con su movimiento estaría mejor servida si se siguieran los cauces institucionales y de legalidad correspondientes. Eso no significa en modo alguno abandonar la lucha. Significa librarla en el campo debido. Independientemente de cualquier consideración ha de ponerse por encima de todo el interés de Coahuila y de los coahuilenses. Ni el PAN ni el PRI deben atentar contra ese supremo bien. Pepito le dijo a Rosilita: «Sospecho que mi mamá está embarazada». Preguntó la niña: «¿Por qué supones eso?». Respondió Pepito: «Porque cuando habla con sus amigas emplea el lenguaje de ágada, éguede, íguidi». Don Castalio acudió a la consulta del doctor Ken Hosanna. Sufría, le informó, un continuo dolor de cabeza. «¿Fuma usted?» -interrogó el facultativo. Respondió muy digno don Castalio: «Señor mío: no fumo, no bebo, no me desvelo con amigos ni ando con mujeres. Veo en mi cuerpo un templo del Espíritu, y en ninguna forma lo profano nunca». Dijo el médico: «Creo saber entonces cuál es la causa de su jaqueca, cefalalgia o hemicránea: le aprieta la aureola»… La nuera de doña Jodoncia dio a luz un bebé. La suegra vio por primera vez al recién nacido y un gesto de acrimonia se dibujó en su rostro. Le dijo con aspereza a la muchacha: «Esta criatura no se parece a mi hijo». Sin vacilar repuso la flamante madre: «Señora: tengo vagina, no copiadora». FIN.

MIRADOR

La noche del 10 de julio de cada año, aniversario de su martirio, aparece en la muralla del castillo de Or el espectro de Santa Ina.
Esa doncella se convirtió en secreto al cristianismo. Su padre era pagano, y cuando supo de la fe de su hija ordenó que la pusieran en prisión y ahí la abandonaran para que feneciera de hambre. Sin embargo las palomas le llevaban en sus picos pan, y los cuervos agua, de modo que la joven no murió.
El padre entonces mandó que se le decapitara. La espada del verdugo se rompió al golpear contra el grácil cuello de Ina. El sayón cayó de rodillas y le pidió perdón. El cruel pagano, entonces, con su puñal le atravesó el pecho a su hija, que cayó a sus pies bendiciéndolo por haberle dado la vida y la muerte.
Millares de peregrinos llegan cada año a Or a fin de ver el espectro de la santa. No todos lo ven: se muestra sólo a los que tienen buen corazón. Ha pasado que una prostituta ve a Santa Ina y un hombre de religión no la puede mirar.
Tengo sobre mi mesa de trabajo una pequeña imagen de Ina. Y me sucede que a veces la veo, y otras se me desaparece.
¡Hasta mañana!..