De política y cosas peores

Armando Fuentes

03/06/17

Don Algón llevó a una amiguita a cierta playa de moda. Ahí pasaron dos días gozando de la vida. En el momento de tomar el vuelo de regreso el salaz ejecutivo le preguntó a la linda muchacha: «¿Olvidarás, Avidia, este fin de semana?». Respondió la chica: «¿Cuánto me dará para que lo olvide?». Un tipo comentó: «Durante 12 años no fumé, no bebí y no anduve con mujeres. Luego entré a la secundaria, y todo eso ya me valió madre». Capronio, sujeto de mala entraña, ruin, fue a un circo en compañía de su esposa y su suegra. Se presentó Dagger Joe, campeón de tiro con cuchillos. El artista pidió que pasara un voluntario, y Capronio le dijo a la señora: «Pase usted, suegrita; pase». La señora fue a la pista, y Joe le lanzó 20 cuchillos con los cuales dibujó en una tabla la silueta de la mujer. El público estalló en una gran ovación. «¿Por qué le aplauden? -se molestó Capronio-. ¡El pendejo no le atinó ni uno!»… Ya conocemos a doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad. Es conocida por sus despropósitos. Fue ella la que dijo: «Fulano renació de sus cenizas, como el gato Félix». Aún se recuerda el comentario que hizo cuando vio por primera vez la Torre Eiffel: «No está tan inclinada como dicen». En otra ocasión habló del recorrido que su marido y ella hicieron «por el río Mingitorio». «Orinoco, mujer; Orinoco» -la corrigió el señor. Pues bien: doña Panoplia declaró hace unos días que en las elecciones de mañana el PRI «puede tener su Watercloset, como Napoleón». Es opinión general que de las tres jornadas electorales para elegir gobernador la más importante, por mucho, es la del Estado de México. Su resultado quizá será prenuncio de lo que eventualmente sucederá en la contienda del 2018. Desde luego eso no es vaticinio ineluctable: el PRI ha ganado siempre la gubernatura mexiquense, pero no siempre ha ganado la Presidencia de la República. Ahora, por primera vez, el prigobierno está en riesgo de perder el Estado de México. Una derrota ahí lo pondría en un camino que casi indefectiblemente lo llevaría a perder la máxima batalla, la del próximo año. Por eso la cúpula priista -que no está en el PRI, sino en Los Pinos- ha puesto la totalidad de su atención ahí. El PAN en cambio, perdida como tiene ya la elección mexiquense, concentrará todos sus esfuerzos en Coahuila, pues Nayarit ya prácticamente lo tiene en el bolsillo. Dos cosas espero yo de la jornada electoral de mañana. La primera: que la ciudadanía acuda a las urnas. La segunda: que los procesos de elección se cumplan en un ambiente de paz y orden democrático. Otra cosa espero: que el resultado de las respectivas jornadas electorales sea para bien de los estados y municipios donde se llevarán a cabo. Todo esto es mucho esperar, lo sé, pero el que poco espera poco recibe. Jock McCock, vaquero del salvaje oeste, narró en el saloon de Pecos, Texas, la forma en que su fiel caballo Pittypat le salvó la vida. Relató: «Después de andar perdido días y días en el desierto, sin agua ni comida, caí agotado de mi cabalgadura. Ahí habría muerto, pero el Pitypatt me arrastró hasta el pueblo más cercano y me llevó con un médico que me dio agua y me reanimó». «¡Caramba! -exclamó con admiración uno de los oyentes-. ¡Qué inteligente es tu caballo!». «Ni tanto -replicó, mohíno, Jock McCock-. El desgraciado me llevó con un veterinario». Sor Bette cultivaba pepinos en el huerto conventual. Les comentó a sus hermanas de clausura: «Ya tengo uno listo para cortarlo. Es de este tamaño y de este grueso». Y señaló con las manos el largor del pepino y su grosor. Vio eso sor Dina, que era algo dura de oído, y preguntó con interés: «¿Quién? ¿Quién?». FIN.

MIRADOR.
Los aguaceros de mayo llegaron al Potrero en junio.
Cuando apareció la luna nueva, uñita de luz en la oscuridad del cielo, venía inclinada como jicarita que derrama su agua. En esa señal vimos la promesa segura de la lluvia.
Ha llovido y llovido lo que en muchos meses no había llovido. El arroyo, que ya no recordaba que era arroyo, va lleno hasta los bordes. El nivel de la noria en el corral ha subido hasta que casi podemos tocar el espejo de las aguas. Y las oscuras nubes, y el lejano trueno, y el sonoro relámpago nos dicen: «Esperen, que todavía falta más».
Ha bebido la tierra, como nunca. Ha bebido la tierra, como siempre. De ella nos vendrán el pan y la tortilla. Quiero decir que de ella nos vendrá la vida. Del barril de la lluvia tomo en el hueco de mi mano un poco de esa agua bendecida, y es como si tomara en ella un poco de Dios.
¡Hasta mañana!…