De política y cosas peores

Armando Fuentes

20/02/17

Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, se jactaba de dominar todas las técnicas eróticas, lo mismo orales que genitales, igual digitales que manuales, más otras de su propia invención tan exóticas y raras que no podían ser inscritas en ninguna de las categorías mencionadas. Cierta noche el salaz sujeto se vio en un cuarto de hotel con una chica que al parecer estaba abierta a cualquier forma de experimentación. Le preguntó: «¿Qué te gustaría que te hiciera, linda?». Respondió al punto la muchacha: «Un cheque». Sir Mortimer Highrump, audaz explorador inglés, recibió del Zoológico de Londres el encargo de atrapar un gorila para la colección real. Su esposa le dijo que no le daría permiso de salir de casa si no la llevaba a ella y a su mamá a la expedición. El famoso aventurero hubo de allanarse a la pretensión de su mujer. Ya en la jungla sir Mortimer salió del campamento una mañana acompañado por un guía y por su suegra, que iba a buscar tierra pa las macetas, producto que, dijo, escaseaba en la capital del Imperio. De súbito apareció un feroz gorila que se lanzó rugiendo sobre la señora. «¡Rápido! -le dijo el guía a sir Mortimer-. ¡Dispárele a la bestia!». «Espera un poco -replicó el audaz explorador-. Quizá el gorila me ahorre el tiro». «Dime, Pepito -preguntó la maestra-: ¿qué significa la palabra monogamia ?». «No lo sé exactamente, profesora -respondió el chiquillo-, pero imagino que tiene algo qué ver con monotonía «. A Woody Allen no le agrada la música de Wagner. «Cuando la escucho -dice- siento unas ganas incontenibles de invadir Polonia». Creo que a Donald Trump no le gusta ninguna clase de música, ni siquiera ésa a la que en un tiempo se tildó de hitleriana. Es ignorante, estólido, falto de sensibilidad y carente de sentido humanitario. No ve más allá de sí mismo; no tiene conciencia de lo que se debe a los demás. En eso estriba su peligrosidad, pero en eso radica también su debilidad mayor. Trump es el poderoso más débil del mundo. Alguien como él siempre está solo, y el que está solo es frágil. No se equivocará quien diga que hoy por hoy el Presidente de los Estados Unidos es el hombre más odiado del planeta. Quien suscita sentimientos así no puede perdurar. Él mismo se destruye. Sus errores y excesos se irán acumulando hasta hacerlo caer. Se me dirá que esto es lo que en inglés se llama wishful thinking, ilusión consistente en confundir el deseo con la realidad, tendencia a profetizar lo que se anhela. Posiblemente acertará quien piense así. Pero en este caso lo mejor para el mundo, para México, y aun para los Estados Unidos, sería que Trump saliera de la Casa Blanca. Esperemos de él lo peor para que luego venga lo mejor. Babalucas fue contratado como extra en una película de indios. «Preséntese en taparrabos» -le indicó el director del film. Al día siguiente Babalucas llegó luciendo un trapo que sólo le cubría la parte de atrás y dejaba a plena vista las partes pudendas delanteras. Le reclamó el director: «Le pedí que viniera en taparrabos». «Y así vengo -replicó el badulaque-. Usted no dijo que trajera también tapapichas». Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, le ordenó a su chofer Aurigio que fuera a la farmacia de la esquina y le comprara una caja de Kotex. El tal Aurigio era escaso de caletre, de modo que cuando el farmacéutico le preguntó qué necesitaba contestó rascándose la cabeza: «No recuerdo qué fue lo que me encargó mi patrona, si Cutex, Kodak o Kotex». «Seguramente te encargó Kotex -respondió el de la farmacia-. No creo que la señora se lo quiera pintar o retratar». FIN.

MIRADOR.
Busqué a la mujer en Elena, cuya belleza destruyó una ciudad.
Busqué a la mujer en Juno, la de los níveos brazos, y en Afrodita, nacida de la infinitud del mar.
Busqué a la mujer en Cleopatra, que hizo morir un imperio y nacer otro.
Busqué a la mujer en Laura, en Eloísa y en Beatriz; en la Venus de Milo y la Gioconda, y en mil mujeres más hasta llegar a Ingrid Bergman y Marilyn Monroe.
En ninguna de esas mujeres encontré a la mujer.
La encontré en ti, que pariste a nuestros hijos y los amamantaste; que cantabas por lo bajo mientras lavabas los platos de la cena, y contabas los pesos y los centavos para salir con el gasto de la casa, y en la oscura y clara noche me dejabas llegar a ti, que nunca he merecido ni siquiera estar cerca de ti.
Tú eres la mujer.
Tú eres la Mujer.
Tú, que eres mi mujer.
¡Hasta mañana!…