De política y cosas peores

«Acúsome, padre, de que me he acostado con mi novio». Eso le dijo la linda penitente al padre Arsilio en el confesonario. «¿Cuántas veces, hija?» -preguntó el buen sacerdote a fin de calcular la penitencia que impondría. «Perdone, padre -se apenó la chica-. Ignoraba que debía llevar la cuenta». Aquel bar tenía un extraño nombre: se llamaba «Severla». Pasó por ahí un borrachito y vio un letrero que decía: «Cerveza grande: 10 pesos. Cerveza chica: 20». Entró y pidió una cerveza grande. «Son 20 pesos» -le pidió el pago el cantinero. Opuso el borrachín: «El letrero dice que la cerveza grande cuesta 10 pesos, y la chica 20». Le indicó el de la cantina: «Aquí todo es al revés. Lo dice el nombre del local: Severla. Al revés». «Ah -respondió el temulento-. Entonces voy a tiznar a mi madre». Don Algón se inscribió en un club nudista. Horas después presentó su renuncia. «¿Por qué?» -se sorprendió el gerente. Explicó don Algón: «Todos me saludan diciendo: Buenos días, señora «. Una ocurrencia más. Otra. Ahora el todopoderoso señor anuncia que deberemos celebrar los fastos nacionales en el día preciso que el calendario marque. Razona su sinrazón diciendo que eso servirá para evitar los puentes. Precisamente para acabar con ellos se implementó la medida de trasladar al lunes más cercano el descanso de esas fechas. Así se acabó aquella perniciosa costumbre, la de los llamados puentes que favorecían la holganza y la irresponsabilidad. Suprimirlos fue uno de los pocos aciertos que tuvieron Vicente y Martha Fox cuando fueron Presidentes de la República. De nueva cuenta López Obrador nos hace volver al pasado. Su determinación estorbará la convivencia familiar y causará al turismo nacional considerables daños, lo mismo que a la industria y al comercio. Y se explica. AMLO, que presume de transformador, es en el fondo un conservador cuyas acciones son más de derecha que de izquierda. En este caso pone el dogma por encima de la razón. ¿Que los niños deben saber qué se celebra en cada fecha histórica? Para eso están los maestros, que explicarán a sus alumnos, como lo han hecho ya desde años, lo sucedido en la celebración, sin que para eso sea necesario suspender las clases exactamente el día señalado por el calendario. Si se lleva a cabo éste será uno más de los cambios de mera superficie ordenados por López Obrador, cuyo gobierno nada ha conseguido en los temas fundamentales de la Nación, como la economía o la seguridad. Otra vez la distracción a falta de buena administración. Otra vez a discutir intrascendencias mientras se van perdiendo derechos fundamentales, mientras la libertad se ve amenazada y mientras todo el poder de la Nación se va concentrando en las manos de un solo hombre, cuyos caprichos y apartamiento de la ley han lesionado ya al país. En fin, esperemos el próximo puente y disfrutémoslo, al cabo México está requetebién. Rocko Fages, pastor de la Iglesia de la Segunda Venida (no confundir con la Iglesia de la Segunda Avenida, que no tiene mandamientos sino meras recomendaciones), predicó un sermón acerca de las palabras de Jesús: «Dejad que los niños se acerquen a mí». En él manifestó el amor que sentía por los pequeños hijos del Señor. Al día siguiente, sin embargo, cogió a nalgadas a unos chiquillos que rayaron sus nombres en la banqueta que el pastor acababa de poner, todavía con el cemento fresco. «Hermano -lo reconvino la organista de la iglesia-. ¿No dijo usted en su sermón que ama a los niños?». «Y los amo -contestó, mohíno, el reverendo-. Pero en abstracto, no en concreto». Una señora se lamentaba: «¡Pobres de mis hijas! ¡A las tres los maridos les salieron cornudos!». FIN.