De política y cosas peores

«¿Es pecado dormir con un hombre?». Tal pregunta le hizo en el confesonario la linda Susiflor al padre Arsilio. «Eso no es pecado -respondió el bondadoso sacerdote-. El problema es que no duermen». Los expedicionarios lograron finalmente capturar a Bigfoot, criatura entre humana y simiesca cuyas enormes huellas -80 centímetros de largo por más de 20 de ancho- habían sido vistas en un bosque de Oregon. Los científicos quisieron que los genes del extraño antropoide no se perdieran, y para eso idearon que tuviera coito con mujer. Publicaron entonces un aviso en los periódicos: «100 mil pesos por hacer el amor con Bigfoot». Se presentó Himenia Camafría, madura señorita soltera, y dijo que estaba preparada para tener trato carnal con Sasquatch, que también así se llama Bigfoot. «Pero con dos condiciones -acotó-. La primera, que todo suceda en la más absoluta privacidad. La segunda, que me permitan pagar los 100 mil pesos en abonos». Una mucama le preguntó con mucho interés a otra: «¿Es cierto que tu patrón tiene un Picasso?». «Es totalmente falso -negó la fámula-. Tiene un piquillo así». Y señaló con índice y pulgar un espacio menor de 2 pulgadas. Volteria, mujer joven, le comentó a una amiga: «Estoy pensando en dejar de ser atea». «¿Por qué?» -quiso saber la amiga. Explicó Volteria: «Me molesta que cuando estoy haciendo el amor no puedo gritar: ¡Oh my God! ¡Oh my God! «. En la junta mensual del Ku Klux Klan el maestro de ceremonias anunció: «Hoy no podrá estar con nosotros Nuestro Poderoso Maestro el Gran Dragón Dominador del Universo Amo y Señor Omnipotente de la Tierra». Preguntó uno: «¿Por qué?». Respondió el otro: «No lo dejó venir su esposa». Dos semanas ya llevaba don Chinguetas fuera de su casa en un largo viaje de negocios. Cuando iba a regresar se enteró de que su vuelo había sido cancelado por mal tiempo. Llamó por el celular a su mujer y no pudo establecer comunicación con ella. Marcó entonces el número del teléfono de su casa y le contestó la nueva criadita. Don Chinguetas le pidió: «Dile a la señora que no podré llegar hoy en la noche». Preguntó la fámula: «¿Quién habla?». «¿Cómo que quién habla?-se molestó el viajero-. Habla el señor». Volvió a inquirir la muchacha: «¿Cuál de los señores?». Los recién casados llegaron al hotel donde pasarían su noche de bodas. Preguntó el novio: «¿Cuál es el precio de la habitación?». Le informó el recepcionista: «500 pesos por cada uno». El muchacho entregó un billete de mil. En voz baja le preguntó su mujercita, desolada: «¿Nada más van a ser dos?». Estamos esperando. La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolverá en definitiva acerca de la llamada ley Bonilla. Ese asunto va mucho más allá de un mero caso de política o de una cuestión puramente electoral: está en suerte el futuro de México como nación libre y democrática. La resolución de los ministros nos dirá si en nuestro país rige la Constitución o si por encima de ella está la voluntad de un solo hombre (que no es, desde luego, el tal Bonilla). Sabremos también por esa determinación si vamos rumbo a una dictadura o si se mantiene el imperio de la ley como freno a cualquier intentona autoritaria que anule el orden jurídico y las instituciones. Todo eso depende de la resolución de los ministros de la Corte. Su responsabilidad, entonces, es muy grande. Están frente a la Historia. Deberán optar entre defender la Constitución y las leyes que de ella emanan o someterse al poderoso, abdicando de toda dignidad y poniendo en riesgo grave a la República. De eso se trata, nada menos. ¿Pervivirá la ley Bonilla o México prevalecerá? Estamos esperando. FIN.