De política y cosas peores

15/12/2018 – ¡Pobre don Cornífero! Llegó a su casa anoche y encontró a su esposa, doña Taisia, en indebida refocilación con un sujeto a quien el mitrado señor no reconoció, pues al parecer el individuo se estaba estrenando como nuevo ocupante del lecho de la pecatriz. Al ver a su marido la señora se disculpó con moderada pena. Le dijo: «Perdóname, Cornífero. Es que soy una mujer débil». El lacerado preguntó mohíno: «¿Y acaso lo que tiene este sujeto en la entrepierna es vitamínico?». Doña Macalota, cónyuge de don Chinguetas, les comentó a sus amigas en la merienda de los jueves: «Cuando Chinguetas y yo nos casamos él tenía brazos de atleta, cuello de atleta, torso de atleta. Ahora lo único que le queda de atleta es el pie». Don Crésido, dineroso señor, le preguntó a su linda acompañante: «Dígame con franqueza, señorita Avidia: ¿aceptó salir conmigo únicamente por mis millones?». «Claro que no, don Crésido -respondió ella-. ¿Cuántos tiene?». En esto del periodismo yo empecé desde abajo. (Me temo que ahí sigo todavía). Fui corrector de pruebas, oficio que en aquel tiempo era de taller, no de la redacción. Obrero, pues, hice mi aprendizaje con aquellos magníficos tipógrafos -prensistas linotipistas, formadores- que te enseñaban más cosas, y mejores, que cualquier escuela. Adquirí entonces ojos de lince, águila o esposa para detectar erratas, aunque he de confesar que ahora la bista me falla algo. Conservo una nutrida colección de gazapos, algunos de ellos dignos de memoria, como el de aquel cronista de sociales, señor de modales quizá demasiado finos pa frontera, que anunció que iría a pasar unos días en Acapulco, pues el médico le había recomendado ese descanso por su excesivo agotamiento. En el periódico salió: «por su excesivo ajotamiento». O el de una novia algo gordita que con su vestido nupcial no lució muy elegante en su boda, como decía el original, sino muy elefante, según apareció en la crónica del acontecimiento. Las alumnas del colegio tal organizaron un bazar de Navidad, y estuvieron vendiendo hasta el anochecer. Fue una pena que la nota tuviera que pasar a la segunda página, de modo que se leyó «. Las lindas chicas estuvieron vendiendo hasta el ano- (pasa a la página 2) checer». La joya de la colección, sin embargo, es la fotografía de cierto Obispo en el momento de recibir un obsequio de manos de una religiosa con motivo de su cumpleaños. Sobre la foto se lee: «Cobijas». Y el pie de grabado reza: «Esto es precisamente lo que me hacía falta, dijo el señor Obispo cuando una monjita se las dio». Pues bien: una errata igualmente grande llevaba la iniciativa enviada por López Obrador para cancelar la reforma educativa según había prometido a sus aliados de la CNTE. En el texto parecía que se eliminaba la autonomía de las universidades. Eso requirió una inmediata aclaración, pues fue causa de inquietud entre los universitarios del país. Y es que con el nuevo Gobierno nadie sabe a qué atenerse. Yo digo que debería salir una fe de erratas que corrigiera la más grande entre las que ha acumulado en pocos días este errático gobierno. Me refiero a la cancelación del aeropuerto de Texcoco, tremendo desatino que, como de costumbre en tratándose de los políticos, acabaremos pagando los ciudadanos. Eso se verá a partir del primero de enero próximo con el aumento a la tarifa sobre uso de aeropuertos, impuesto indirecto muy directo. No sé a dónde nos llevará el nuevo régimen, pero ciertamente nos está llevando a paso de ganso. La linda recién casada le contó a su vecina: «Anoche mi marido llegó del trabajo con el ánimo por los suelos, pero en la recámara me quité la ropa y con eso se le levantó». FIN.
OJO. Dice «bista», No «vista». Gracias.