César David LUCHA POR SU SUEÑO

9/10/2016 – Cuando César sintió que su vocación era la de ser doctor, se propuso hacer lo que fuera necesario para conquistar la meta de graduarse.
Al ser miembro de una familia de limitados recursos, se vio en la necesidad de usar el tiempo libre de clases para limpiar parabrisas en las calles de Matamoros, a cambio de unas monedas que le permitieran reunir dinero para sus estudios.

Vestido con el uniforme blanco distintivo de la carrera médica, César David Caballero Eguía llamó la atención de los conductores que lo vieron con la franela lista para sacudir el polvo, quienes, según cuenta él mismo, en múltiples ocasiones le expresaron admiración por su lucha de superación.
Ahora tiene 21 años, pero su historia laboral inició desde que era niño y trabajaba como voceador de periódicos para apoyar en el gasto del hogar. Él es el menor de tres hermanos, y aunque vive con sus padres no cuenta con suficientes ingresos, pues ellos por su edad ya no encuentran empleo. De hecho, su papá también se dedica a limpiar parabrisas.

Este año César retomó la carrera de médico cirujano en una escuela particular, pues inició en el 2015 en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) pero reprobó por dedicar tiempo al trabajo que tenía entonces, como lavaplatos en una cafetería.
“Estudiar Medicina para mí representa parte de un sueño, yo quiero ser médico, estudio Medicina porque quiero graduarme, no solo porque pagan bien, sino porque quiero dar un buen servicio”, manifestó al hacer hincapié en que se trata de un proceso de siete años de preparación, en los que espera no rendirse.

Camino de sacrificios

César es el ejemplo vivo de la falta de oportunidades a la que se enfrentan miles de jóvenes con deseos de estudiar, pero sin recursos económicos.
“Antes, la economía de la familia era diferente porque mis padres pagaban unos 700 pesos por semestre por mis estudios, pero ahora que es un colegio de paga, ya es mucho más porque aquí cobran tres mil 500 pesos por mes”, explicó, al aclarar que además debe comprar uniformes, libros e instrumentos para sus prácticas.
Consciente de que su familia, que vive en la colonia Benito Juárez, no podría sostener los gastos del hogar y al mismo tiempo sus estudios intentó primero cursar su carrera en la UAT, donde pagaba menos pero aún así tenía que trabajar mientras estudiaba y eso lo llevó a bajar su rendimiento académico.

Luego de obtener resultados adversos en sus calificaciones se dio de baja, en espera de volver a empezar en su siguiente opción, la Facultad de Medicina del Icest.
En su nueva escuela empezó a suceder lo mismo. “En una ocasión me quedé dormido durante una clase y el profesor me llamó la atención, pero lo dije que es pesado para mí porque trabajo para pagar mis estudios”, comentó.
A pesar de ello asegura que no está dispuesto a dejar la carrera: “Yo estoy seguro de que esto es lo que quiero, sino no lo aguantaría siete años, porque sacrificas tu vida, salidas en la noche, fines de semana, sacrificas toda tu semana a veces, por estar estudiando para pasar tus exámenes, hasta pierdes amigos, tus relaciones, poco ves a tu familia y sacrificas toda tu vida para salvar muchas”.

Menospreciado

En su lucha por conseguir el dinero de su colegiatura, César ha tenido distintas experiencias en el contacto con la gente que conduce su vehículo por la zona del puente internacional “Los Tomates”, donde acude a limpiar los parabrisas.
“Sí he sentido que a veces me miran mal, como inferior, pero lo curioso es que los que más hacen eso son gente con buenos carros o camionetas, no quieren que les limpie el vidrio o no me dan nada, en cambio los que traen carritos más humildes son los que a veces me ayudan con más dinero, hasta me hacen plática y me dicen que le eche ganas al estudio”, relató.

Su personalidad es tímida y en el campus de su universidad los estudiantes afirman que un joven muy tranquilo, que no suele juntarse con muchos amigos. Sin embargo, él considera que es mejor ser un alumno más y no pedir trato preferencial debido a su situación económica.
“Ninguno de los maestros ni los compañeros de clase me han tratado diferente, yo siento que eso es bueno porque todos somos iguales, nadie es superior”, dijo.

Yesenia Yulisa Hernández, compañera de su facultad, dijo haberse enterado por las redes sociales de que César limpia parabrisas porque su economía no alcanza para pagar las colegiaturas.
“Yo nunca lo había visto hasta esto que pasó, es que tenemos muchas clases y como tenemos diferentes horarios no nos topamos unos con otros”, afirmó.
Además opinó que su situación no es motivo de lástima, sino de mérito: “Él está haciendo un gran esfuerzo para pagar sus estudios y creo que sería muy bueno que recibiera apoyo”, expresó.

El poder de las redes

El 30 de septiembre un usuario de redes sociales observó a César David Caballero Eguía portando el uniforme de estudiante de Medicina y notó que se hallaba limpiando los vidrios de los autos en las calles División del Norte y Acción Cívica.
El perfil registrado con el nombre de Cuate Hernández mostró por primera vez una conversación en video, en la que el joven explicaba la precariedad que vive y sus ánimos de seguir estudiando, así como el número de teléfono en que se le puede localizar para ofrecerle apoyo.
La publicación se hizo viral, en menos de una semana tuvo casi un millón de reproducciones y más de 21 mil veces fue compartida por otros usuarios.
Fue así como miles de personas pudieron enterarse y ser conmovidas por su situación.
“Yo lo vi en Facebook, así fue como lo conocí ya que, aunque somos de la misma escuela, él es muy serio, no habla mucho con la gente y no sabíamos por lo que estaba pasando”, comentó una estudiante de la carrera de Enfermería en la misma facultad que César.
“Yo creo que sí tiene ganas de estudiar y que merece que lo apoye la gente”, agregó.
El caso tuvo tal impacto que fue mencionado en medios nacionales y en la prensa de otros estados del país, donde se le calificó como un ejemplo a seguir para todos los jóvenes que quieren estudiar y no cuentan con recursos.

Llegaron beneficios

Desde el pasado fin de semana, cuando su historia se conoció por las redes sociales, el teléfono de César no ha parado de sonar.
El caso despertó interés entre familias de la comunidad y personajes de la política local, que se asombraron de que esté luchando contra la dificultad económica, para lograr su objetivo profesional, quienes ya lo contactaron para ofrecerle múltiples formas de ayuda.
Como resultado de la solidaridad mostrada por los ciudadanos, César afirma que ya tiene garantizado contar con los uniformes, libros de medicina y donativos económicos para transporte, alimentación y material didáctico.

Ya tiene beca

Para César David Caballero Eguía la mejor de las noticias de esta semana fue que los directivos de su universidad le ofrecieron una beca del 90 por ciento de su colegiatura, en consideración a su condición económica.
“Prácticamente puedo decir que ya mi situación está resuelta, gracias a que la gente me está apoyando ya no he tenido que ir al puente a limpiar vidrios estos días; en primera porque he andado de aquí para allá recibiendo apoyos, y en segunda porque me han dicho que ya no vaya y que me concentre sólo en estudiar”, detalló.
Luego de expresar su alegría por resolver su principal preocupación que era el pago de las mensualidades, César confesó que siente empatía con todos aquellos que pasan por una situación como la suya.
“Yo sé que hay más alumnos que necesitan una beca por sus bajos recursos, porque aunque sus padres sean profesionistas tienen más hijos y todos estudian, entonces es difícil que puedan pagar”, lamentó.
Este joven apenas cursa el primer semestre de una carrera que implica cinco años de preparación en la facultad, más un año de internado y otro año de servicio social. Por eso, aunque le queda un largo camino académico por recorrer, César ya piensa: “Si se presenta la oportunidad de estudiar una especialidad, me gustaría Endocrinología porque hay pocos endocrinólogos en Matamoros y tienen una función muy importante para la salud”.

Blanca Isela Martínez