Cena de Negros

Ni una más…

Los años con sus promesas de igualdad, paridad, equidad y hasta de no violencia contra la mujer pasan y pasan y siempre queda una sensación de que se les cumple muy poco.
En la política se les otorgó la mitad de candidaturas y puestos de poder, tienen la mitad de los cabildos, para la próxima legislatura en Tamaulipas, y en muchos estados, podrían ser más diputadas que diputados pero es fecha que sólo las ya empoderadas tienen acceso a más puestos, las hijas de, las nietas de, la amante o novia de, la esposa de y así por el estilo.
A favor de la lucha de la mujer hay que decir que tiene candidatas en forma numerosa, se les abrió ese espacio seguramente porque saben que son las que mueven el pandero, las que le ponen calor a una campaña y, sobre todo, las que van a votar y por lo tanto tienen que estar representadas, le insisto, falta dar igual oportunidad a todas sin depender sus padrinos u origen hasta económico pero eso ya es otro tema.
El caso es que desde el fin de semana pasado se reabrió el debate sobre el empoderamiento de la mujer, lo hizo explotar un asesinato, feminicidio le llaman ellas, lo triste es que concluyó en actos vandálicos, destrucción de monumentos y golpes que visualizaron a la mujer como igual o peor que un hombre pero no sus problemas.
Lo preocupante es que los grupos radicales del feminismo lejos de propiciar un ambiente favorable hacia su género acusan a los políticos y las autoridades de misóginos, de cerrar los espacios, sobre todo, de acoso, violentarlas pero no entran al debate de ideas sino que quieren arrebatar, convencer a la fuerza, con violencia.
Tienen razón en dos cosas, la primera en que se debe trabajar fuerte y desde adentro de los gobiernos para tratar de ganar terreno en materia de igualdad, la segunda verdad es cuando refieren que el problema es nacional y de todos los ámbitos por lo tanto hay que cambiar en todos.
La desgracia es que los grupos radicales del feminismo creen que igualdad, paridad y equidad equivalen a que puedan pronunciar palabras que con alegría y bajo los influjos del alcohol muchos gritan en las cantinas, también consideran que su lucha es sinónimo de que pueden drogarse, fumar, tomar y golpear a otros y eso está muy alejado de la realidad, su lucha debe ser la de siempre, hacerle comprender al mundo que la inteligencia, capacidad y resultados no son cuestión de género.
Es un hecho que falta mucho para darle su verdadero lugar a las mujeres, para librarla del acoso, las violaciones, los feminicidios, la violencia, de eso no hay duda, pero son ellas las que deben orientar el debate y el camino de la violencia en nada les ayuda, exigir respeto con la misma actitud, hacer comprender a los gobiernos que no sólo son una cara bonita sino que tienen capacidad para liderar proyectos.
Ojalá la violencia del fin de semana ayude a la reflexión, a que se tenga a bien abrir las puertas del debate de ideas a las mujeres y a tratarlas como se debe.
En el Facebook y el Twitter empezaron una labor destructiva hacia las feministas por los actos de vandalismo y es que el machismo no necesita ni siquiera inteligencia para ocultar y desvirtuar la lucha, si así se le puede llamar, los mismos actos de ellas han servido para alejarlas del debate de fondo mientras se pelean por tonterías como un monumento o el saqueo de comercios o agresiones a periodistas hombres.
Es verdad, las redes sociales no son muy inteligentes ni cambian las ideas de las personas pero la percepción cuenta, eso es lo triste, notar que están sirviendo para destruir y hacerlo sin fundamentos, sin pruebas, nomás por el placer de atacar, más aún, por el placer de golpear a las mujeres a las que consideran deben estar barriendo en la casa y no exhibiendo los problemas que tienen en las calles y hasta en los centros de trabajo.
Eso es lo más triste, que los actos de las propias mujeres ayuden a lo más retrograda del país a seguir pisoteándolas, a desvirtuar su lucha, a que en lugar de debatir sus problemas sean motivo de desprecio.
Cierto es que todos tenemos culpa de la inseguridad, pero más real es que se tiene que fomentar la participación, hacer que la gente conozca el pasado y el presente y los avances de la mujer, sobre todo su forma de actuar, hay que entenderlo, de ahí depende nuestro futuro que estaba muy claro en muchas pancartas de esa manifestación, ni una más.