CENA DE NEGROS

Marco A. Vázquez

04/06/2018

Tercera llamada…

De sobra sé de dónde nace tanto odio a los políticos, digo, cómo quererlos si hay 11 millones de mexicanos que no tienen dinero para comer, a veces, ni una vez al día.
No, tampoco los pueden querer el 70 por ciento de los mexicanos que viven con un grado de pobreza, a veces sin casa, otras sin empleos, las más con problemas para surtir la despensa o las recetas médicas para que sus hijos vivan con dignidad.
Exacto, tampoco se puede tener amor a los políticos que mientras le regatean o condicionan las despensas, obras o servicios a los más necesitados hacen todo lo posible para que a la sombra del poder florezcan los negocios de los amigos, en México, por ejemplo, se calcula que unas 100 familias tienen el mismo dinero que el 90 por ciento de la población, así de mal andamos.
También se aborrece a los políticos por considerar que son los causantes de tanta violencia, al acusarlos de habernos vendido a los delincuentes a cambio de mucho dinero para sus campañas y para engrosar fortunas de los hombres del poder y quizá no le hablo de Peña Nieto ni de ninguno de sus hombres, ni de otros poderes, ahora en funciones pero así lo siente la gente y por eso es que apenas dos de cada 10 personas cree en nuestras instituciones.
Y si, lamentablemente ese odio se va a expresar en las urnas, ese rencor es el que tiene liderando en las encuestas a ya sabes quién sin importarnos si es lo que necesita este México lindo y querido o si podrá tener el liderazgo y la fuerza que requiere este país para salir adelante de sus problemas.
Para desgracia del tricolor, que hoy representa Peña Nieto, en los Estados anda más o menos igual la querencia, la gente no está reflexionando el sufragio sino que se ha dejado convencer de que no merecen otra oportunidad más.
Además es obvio que para la ciudadanía, por lo menos en la elección de presidente, no hay un candidato “bueno” ya que si existiera por lo menos estaría dando la pelea en los números, en las encuestas, es decir, se estaría apretando la elección pero las tendencias dicen todo lo contrario.
El preámbulo otra vez es un llamado a la reflexión, a entender que no todos los políticos de un partido son iguales por presuntamente tener la misma ideología, claro que no, las organizaciones son como las familias, siempre hay de todo.
También es una convocatoria para que vayamos entendiendo que si bien la elección de presidente parece que ya se definió salvo que ocurra un milagro, la local, entiéndase la de senadores, diputados federales y alcaldes, son las que más nos deben interesar porque hablamos de políticos de nuestra casa, que nos van representar y que siempre estaremos viendo, en el caso de los presidentes municipales, que siempre tendremos a la mano.
Exacto, hay que buscar quienes son los mejores de todos ellos y votar para que a Tamaulipas le vaya bien, no se ciegue, usted no cargue con odios, ni con rencores, tampoco se case con un partido si no milita en el mismo, no, en el buen sentido de la palabra usted encuere a las candidatas y candidatos, quiteles sus camisas y analícelos, revise su pasado para saber si han cumplido, su presente para saber cómo andan haciendo su campaña y también cheque sus promesas, cuáles de ellas son viables y cuáles las recetan nomás para arrancarle el voto y partiendo de ahí apoye a uno, dígale a sus amigos por qué.
Entramos al mes de junio, la tercera llamada de la elección, el tercer mes de campaña, los últimos días para analizar nuestro voto, de verdad, cuando haya decidido el mismo pregúntese otra vez por qué, la razón es simple, a quien usted elija tendrá poder, nos estará gobernando por los próximos tres o seis años, quizá sean todo el periodo de primaria de su hijo, quizá la secundaria y prepa, tal vez sus estudios universitarios o el periodo en que formará una familia, le reitero, la apuesta es grande como para dar un voto por odio, venganza o por amor a unas siglas, son sus hijos, es usted, es su familia en la que debe pensar cómo quiere que vivan, a quien se los puede confiar y, por tanto, qué político merece tener en sus manos parte de su presente y futuro.